Contra el Barça
Los esplendorosos años del Barça han provocado una fiebre editorial relacionada con el equipo y sus grandes mitos. Desde Guardiola a Vilanova pasando por Piqué, Messi, Iniesta, Puyol o Pedro, las biografías han ido llegando a las librerías para sumarse a un fenómeno que, en general, se recrea en el elogio, la admiración y el respeto. También abundan los ensayos de autoayuda, que han encontrado en la personalidad de Guardiola una coartada vagamente rigurosa para desplegar principios de filosofía empresarial, de espiritualidad o de impostura. Puede que para compensar esta ola de autocomplacencia, justificada por tantos años de excelencia futbolística, en enero de este año se publicó en Italia el panfleto Contro il tiqui-taca, come ho imparato a detestare il Barcellona, del periodista milanés Michele Dalai. El libro es un divertimento provocador y simpático que, con una prosa conceptualmente beligerante y formalmente amena, intenta rebatir la identidad futbolística culé.
Contra la fluidez combinatoria y el movimiento perpetuo del balón, Dalai reivindica la limitada franqueza del catenaccio y de un fútbol en el que azar interviene demasiado para maquillar las limitaciones técnicas y tácticas. Muchos de los argumentos de Dalai son primarios (y a veces hasta groseros) pero ayudan a ver la realidad desde otro punto de vista, sin las interferencias de la rivalidad o la incondicionalidad (no es lo mismo escuchar a Clemente decir que el Barça le aburre que leer, en un idioma tan estimulante como el italiano, a un periodista con cierta formación humanística).
Dalai acusa al Barça de ofrecer un juego lento y aburrido, que se recrea más en humillar al adversario que en vencerlo. Del mito de la Masia, dice que es “una fabbrica de piccoli cloni interscambiabili”. De Busquets, que es “un artista della provocazione e della simulazione”. De Messi, que, cual licántropo a punto de transformarse, es feroz y se enfada si no le pasan el balón y que tiene la hipocresía de
Como ejercicio dialéctico, el libro de Michele Dalai tiene cierto valor de entretenimiento frívolo
disimular que, en el fondo, busca lo mismo que todos los jugadores: ganar. Compara el estilo del Barça con el “espíritu de Ikea” y sostiene que, cuando no juega Messi, ver un partido de este equipo “es como ver una película muda sin imágenes”. Como ejercicio dialéctico, el libro tiene cierto valor de entretenimiento frívolo, aunque, con un sentido de la ironía que ayuda a digerirlo, acaba reproduciendo algunos de los argumentos más viscerales de Mourinho (de quien, por supuesto, hace un elogio argumentado). Pero, quizá porque negar la evidencia resulta demasiado difícil, Dalai se queda a medias. En lugar de perseverar en su crítica y sacar el hacha, acaba admitiendo las virtudes deportivas y personales de Guardiola y aplaude, con sincero entusiasmo, la actitud del club con Éric Abidal. De manera que, al final, lo que pretendía ser un panfleto subversivo y transgresor contra el estilo Barça acaba siendo un elogio encubierto.