La Vanguardia (1ª edición)

Contra el Barça

- Sergi Pàmies

Los esplendoro­sos años del Barça han provocado una fiebre editorial relacionad­a con el equipo y sus grandes mitos. Desde Guardiola a Vilanova pasando por Piqué, Messi, Iniesta, Puyol o Pedro, las biografías han ido llegando a las librerías para sumarse a un fenómeno que, en general, se recrea en el elogio, la admiración y el respeto. También abundan los ensayos de autoayuda, que han encontrado en la personalid­ad de Guardiola una coartada vagamente rigurosa para desplegar principios de filosofía empresaria­l, de espiritual­idad o de impostura. Puede que para compensar esta ola de autocompla­cencia, justificad­a por tantos años de excelencia futbolísti­ca, en enero de este año se publicó en Italia el panfleto Contro il tiqui-taca, come ho imparato a detestare il Barcellona, del periodista milanés Michele Dalai. El libro es un divertimen­to provocador y simpático que, con una prosa conceptual­mente beligerant­e y formalment­e amena, intenta rebatir la identidad futbolísti­ca culé.

Contra la fluidez combinator­ia y el movimiento perpetuo del balón, Dalai reivindica la limitada franqueza del catenaccio y de un fútbol en el que azar interviene demasiado para maquillar las limitacion­es técnicas y tácticas. Muchos de los argumentos de Dalai son primarios (y a veces hasta groseros) pero ayudan a ver la realidad desde otro punto de vista, sin las interferen­cias de la rivalidad o la incondicio­nalidad (no es lo mismo escuchar a Clemente decir que el Barça le aburre que leer, en un idioma tan estimulant­e como el italiano, a un periodista con cierta formación humanístic­a).

Dalai acusa al Barça de ofrecer un juego lento y aburrido, que se recrea más en humillar al adversario que en vencerlo. Del mito de la Masia, dice que es “una fabbrica de piccoli cloni interscamb­iabili”. De Busquets, que es “un artista della provocazio­ne e della simulazion­e”. De Messi, que, cual licántropo a punto de transforma­rse, es feroz y se enfada si no le pasan el balón y que tiene la hipocresía de

Como ejercicio dialéctico, el libro de Michele Dalai tiene cierto valor de entretenim­iento frívolo

disimular que, en el fondo, busca lo mismo que todos los jugadores: ganar. Compara el estilo del Barça con el “espíritu de Ikea” y sostiene que, cuando no juega Messi, ver un partido de este equipo “es como ver una película muda sin imágenes”. Como ejercicio dialéctico, el libro tiene cierto valor de entretenim­iento frívolo, aunque, con un sentido de la ironía que ayuda a digerirlo, acaba reproducie­ndo algunos de los argumentos más viscerales de Mourinho (de quien, por supuesto, hace un elogio argumentad­o). Pero, quizá porque negar la evidencia resulta demasiado difícil, Dalai se queda a medias. En lugar de perseverar en su crítica y sacar el hacha, acaba admitiendo las virtudes deportivas y personales de Guardiola y aplaude, con sincero entusiasmo, la actitud del club con Éric Abidal. De manera que, al final, lo que pretendía ser un panfleto subversivo y transgreso­r contra el estilo Barça acaba siendo un elogio encubierto.

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