Tokio se desploma e interrumpe el rally de los mercados bursátiles
El mal dato de la manufactura china y las dudas por la política de Bernanke lastran los parquets
La satisfactoria acogida de los mercados financieros el miércoles a las palabras de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, se giró como una tortilla al centrarse los inversores en una frase que aludía a una desaceleración del programa de compra de títulos de deuda a largo plazo “en las próximas reuniones”, siempre que el mercado laboral dé muestras de más fortaleza. El miedo de los inversores se acrecentó ante la primera contracción en siete meses del sector industrial de China, segunda potencia económica, y ambos factores desencadenaron una brutal realización de beneficios, con una caída del 7,3% de la Bolsa de Tokio, la mayor desde el terremoto y el desastre nuclear del 2011. La renovada aversión al riesgo también provocó descensos en las Europa. Y a lo largo de la tarde, en Wall Street y el S&P 500.
La caída de Tokio pierde relevancia y puede limitarse a una corrección si se recuerda que, tras la caída del 7,1%, todavía acumula una revalorización de dos tercios desde mediados de noviembre, cuando el nuevo primer ministro, Shinzo Abe, ganó las elecciones con el programa de vencer a una deflación de veinte años mediante la financiación del déficit público con compras de títulos a cargo del Banco de Japón y la depreciación del yen. Otro factor contribuyó al nerviosismo de los inversores nipones cuando la obligación de referencia del Tesoro a diez años superó la cota psicológica del 1%, sugiriendo un creciente nerviosismo acerca de la financiación de la deuda japonesa (un 230% del PIB en términos brutos), aunque posteriormente rebotó el precio de estos títulos y su rentabilidad volvió a situarse en el 0,95%.
Algunos analistas no dudan en afirmar que los mercados financieros se encuentran en la actualidad extremadamente manipulados por los bancos centrales y sus intenciones de futuro con respecto a sus extraordinarias y no convencionales medidas de expansión monetaria, hasta el punto de que Wall Street y las bolsas europeas de primera división han alcanzado máximos históricos cuya sostenibilidad había cuestionado Ben Bernanke hace unas semanas por la disociación creciente y evidente entre la esfera financiera y la economía real. “Si las bolsas cayeron ayer, en buena parte se debe a que los mercados no han visto clara la postura de Bernanke –dijo Soledad Pellón, analista de IG Markets–. Para ellas, no ha quedado claro si la Fed retirará o no sus medidas expansivas. Así que se han decidido a recoger beneficios”.
Las reacciones en Europa no fueron tan virulentas como lo habían sido en Japón en la víspera. Aun así, las cifras lo notaron: Londres cedió un 2% desde niveles próximos a sus máximos históricos, igual que Frankfurt (2,10%) y París (2,07%).
La sobrerreacción de los mercados se pone de manifiesto al ignorar dos síntomas de mejora en la economía estadounidense. En primer lugar, en abril las ventas de viviendas nuevas crecieron un 2,3% hasta un ritmo de 444.000 unidades, el mayor desde agosto del 2008, en pleno pinchazo de la burbuja inmobiliaria. En segundo, en la última semana las nuevas peticiones para cobrar el seguro de desempleo se redujeron en 23.000 hasta un total de 340.000. Bernanke ha reiterado que supedita su política monetaria ultraexpansiva a una mejora del mercado laboral y que en otoño se empezará a plantear la “retirada gradual” de los estímulos monetarios.
La posibilidad ha sentado mal en Alemania: si Estados Unidos se detiene, el ritmo de importaciones de vehículos alemanes lo tiene que notar. “Y eso, al índice Dax le ha pesado”, dijo Pellón.
“Aún no podemos decir qué se espera del futuro inmediato en los mercados –añadió–. En teoría, la tendencia en general debería seguir siendo alcista. Dos días de cierre en rojo no pueden anticipar un cambio de tendencia en un escenario global”.