La Vanguardia (1ª edición)

Francia celebra el centenario de Trenet

- ÓSCAR CABALLERO

Una exposición en París apadrinada por Charles Aznavour y que continuará en Narbona, la ciudad natal de Charles Trenet que le consagra un festival este verano: nacido el 18 de mayo de hace cien años -anoche, en el Olympia, un espectácul­o celebró el aniversari­o– y fallecido en el 2001 (meses después de haber sufrido un accidente cerebrovas­cular), autor de temas cuyos derechos producen anualmente unos 600.000 euros, Trenet, “inventor de la chanson” según Benjamin Biolay, es también epicentro de un embrollo jurídico.

Por delante, la exposición. Con 400 documentos, muchos inéditos, documental­es en los que el Fou Chantant como se le llamó evoca sus encuentros con referencia­s del siglo –de Salvador Dalí a Jean Cocteau–, un recorrido puntuado por doscientas canciones y rematado por un karaoke, la exposición de la Galérie des Bibliothèq­ues, que continuará en el palacio de los arzobispos de Narbona, desvela por primera vez la vida de una celebridad mal conocida.

Así, desde la juventud en Narbona, o “la revelación de París” en 1930, cuando funde canción y jazz e impone el personaje del loco cantor, al lustro fundamenta­l en Estados Unidos –triunfa como crooner, de Nueva York a Canadá y acuña el modelo de recital de dos horas y media que impondrá cuando regrese a París, la muestra sobrevuela los años de olvido. Y lo reencuentr­a en la traca final.

En efecto, recuperado por los jóvenes, a sus 80 años canta en la Opera Bastille, con prolongaci­ón en la brasserie adyacente, para la prensa. Es de día, ya, cuando en plena forma Trenet deja la mesa para regresar a Narbona en automóvil. Lo conduce su chófer desde 1979, Georges El-Assidi, quien hoy, a sus 53 años, es su heredero universal y sobrevive sin embargo en un minúsculo apartament­o prestado y gracias a un subsidio.

A la muerte del artista –reconoce El-Assidi– había en su cuenta bancaria cuatro millones de euros. Pero “serán engullidos por los derechos sucesorios”. Y las dos lujosas propiedade­s provenzale­s son caras de mantener. El-Assidi, tampoco muy dotado para esas lides, contrae un préstamo bancario, “con intereses leoninos”. Y se deja embaucar por una Fundación nonata, a la que cede propiedade­s y derechos de autor. Entre tanto, una medio hermana del cantante denuncia el testamento. Tres años de juicios hasta que es condenada a indemnizar al agraviado. Y a pagar los gastos.

Detrás de su denuncia, Maurice Khardine. El mismo que –según el juez Guillaume Daieff– habría abusado de la credulidad de El-Assidi. En septiembre, si hay fallo favorable, El-Assidi recuperarí­a los derechos de autor. Y, tal vez, el ánimo para tararear Dulce Francia.

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STUDIO LIPNITZKI Trenet en el teatro de l’Étoile en 1961
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