La Vanguardia (1ª edición)

Alas históricas de aluminio corrugado

Lufthansa tiene en su flota, todavía operativo, un Junkers 52 fabricado en 1936; es el aparato al que más cariño tienen los empleados de la compañía aérea alemana

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teriorment­e voló para una compañía noruega. Durante la Segunda Guerra Mundial fue confiscado por el ejército alemán, y luego volvió a Escandinav­ia.

De 1957 a 1963 operó en condicione­s extremas en Ecuador para una compañía de pilotos alemanes instalados en Sudamérica. Posteriorm­ente estuvo en manos estadounid­enses hasta que en 1984 el consejo de administra­ción de Lufthansa se enteró de que el aparato seguía en vuelo, decidió comprarlo y someterlo a una severa revisión de 16 meses.

Así, desde 1986 la línea aérea alemana tiene en su flota un trozo de su historia, que vuela a plena satisfacci­ón. “El cariño que se tiene a este avión en la compañía se evidencia en que la mayor parte de las 60 personas relacionad­as con su operativa son voluntario­s que trabajan en el grupo Lufthansa”, comenta a La Vanguardia Aage Dünhaupt, su director de comunicaci­ón. “Pilotos de inmensos Airbus o Boeing se sienten unos privilegia­dos al poder pi-

JAVIER ORTEGA FIGUEIRAL

Berlín. Servicio especial

Estos días, el fracaso de los drones alemanes (aviones sin piloto), un proyecto que ha costado más de 560 millones de euros, se ha unido a otro drama aeronáutic­o alemán: los retrasos para abrir el nuevo aeropuerto de Berlín por mala planificac­ión. Con el aeropuerto cerrado, cada mes se pierden 40 millones de euros.

Con noticias como estas es bueno recordar que las cosas también pueden hacerse bien y con vocación de perdurar en el tiempo. Un buen ejemplo es el Junkers 52 de Lufthansa, fabricado en abril de 1936 en Dessau y que hoy sigue en activo.

La historia de los Ju-52 empieza a finales de los 20, con el equipo de Hugo Junkers trabajando discretame­nte en el diseño de un gran avión de transporte por primera vez totalmente metálico. Su imagen, con tres potentes motores, ventanas cuadradas y fuselaje de duralumini­o corrugado lo hicieron inconfundi­ble, convirtién­dolo en un éxito comercial vendido a más de 30 líneas aéreas en 25 países.

De los casi 5.000 aparatos construido­s entre 1931 y 1955, hoy sólo quedan ocho en vuelo. Uno de ellos es el de Lufthansa, que entró en servicio en 1936 como avión anfibio en Alemania y pos-

Todavía volaba por Sudamérica cuando Lufthansa lo compró en 1984 y lo incorporó a su flota comercial

lotar este avión. Para los auxiliares de vuelo es también viajar en el tiempo”, comenta.

Desde que vuelve a lucir el logotipo con la grulla el Junkers ha visitado 360 aeropuerto­s, volado cerca de 9.000 horas y transporta­do 193.000 pasajeros. El atronador despegue emociona a cualquier persona que esté en su inte- rior. Los verdes paisajes alemanes se ven espléndida­mente desde las inmensas ventanas del avión, que vuela suave y tranquilo. Rara vez supera los 200 kilómetros por hora, lo que permite que la auxiliar de vuelo abra la ventana de la puerta posterior para tomar fotos sobre Berlín. Todo un lujo con 77 años historia.

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Incombusti­ble.
JAVIER ORTEGA FIGUEIRAL En las tres últimas décadas, este Junkers ha visitado 360 aeropuerto­s y ha transporta­do 193.000 pasajeros Incombusti­ble.

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