Aznar y Rajoy no han tenido un buen ‘feeling’ desde que el PP perdió las elecciones del 2004 Relación imposible
Madrid
CARMEN DEL RIEGO
Nadie sabe si Mariano Rajoy vio la entrevista que José María Aznar concedió a Antena 3. En lo que coinciden todos es en que no necesitaba verla para saber lo que iba a decir. Quizá no supiera hasta dónde sería capaz de llegar, pero sabía lo que pensaba. Se lo había dicho, con parecidas palabras, hacía poco en la larga conversación cuya existencia desveló el expresidente en televisión. La primera desde que Rajoy es presidente, hace ya un año y cinco meses.
Ambas partes guardan discreción sobre ese encuentro, pero según las insinuaciones de quienes pueden tener información, la reunión se produjo a finales de marzo o principios de abril, en la Moncloa y a iniciativa del hoy presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Allí, según las fuentes consultadas, el presidente de honor del PP y el actual líder del partido y jefe del Ejecutivo hablaron de todo lo que guarda relación con la situación de España, aunque el principal objetivo de la cita era el caso Bárcenas y la forma en la que el PP afronta el asunto. El presidente quería conocer, de boca de su antecesor, hasta dónde podían ser ciertas algunas de las informaciones que se publicaban, para saber, además, con qué tenía que enfrentarse en un tema que estaba debilitando la acción de su Gobierno y, peor aún, su credibilidad.
Sólo Aznar y Rajoy saben lo que allí se dijo durante ese extenso encuentro. No como el último, el pasado julio, en el que sólo habían intercambiado unas palabras en un aparte durante la celebración en la sierra madrileña del campus FAES, que Mariano Rajoy clausura desde que lidera el PP y que, según sus allegados, volverá a clausurar este año, como si nada hubiera pasado.
Pero sí ha pasado. José María Aznar lanzó un torpedo a la línea de flotación del Gobierno y del liderazgo de Mariano Rajoy, en el peor momento. El peor, asegu- ran, porque se produce “justo cuando empezamos a despegar” y se ve a España con una actuación sólida, fruto de la mayoría de la que goza el Gobierno en el Congreso. Algo que puede verse dañado, añaden. Aunque con el paso de varios días, en el núcleo duro del Gobierno ya se ve el asunto con más tranquilidad. Eso sobre las críticas a la acción del Ejecutivo, porque sobre las insinuaciones de un retorno de Aznar estaban sobre aviso. En el Gobierno y en el PP no había pasado por alto que, este mismo mayo, durante la Convención de Aseguradores de México, presumió: “Mucha gente me está pidiendo que vuelva”.
Muy pocos, por no decir nadie, han seguido al expresidente, quizá porque se pasó en dureza al enjuiciar la actuación de Rajoy al frente del Gobierno. Incluso hay quien piensa que ha ocurrido lo contrario, que Rajoy, al final, sale reforzado, precisamente porque el expresidente Aznar ha obteni-
Rajoy convocó a Aznar hace unas semanas para aclarar información del caso Bárcenas
do escasos apoyos públicos a sus argumentos televisivos.
Eso sí, en algunos sectores del PP preocupa que algunas de las críticas que hizo Aznar, que muchos comparten, como la necesidad de un relato del Gobierno, sean desdeñadas por su procedencia y porque todo el partido salió en tromba en defensa de su actual líder, a pesar de que muchos dentro del partido venían reivindicando corregir esa carencia. “Este partido es presidencialista, y si el presidente es Rajoy vamos a estar con Rajoy”, explicaba un diputado cualificado del PP. Pero muchos creen que esa lealtad ciega debe ir acompañada de la sinceridad en las propuestas a Rajoy. Sin necesidad de emplear el tono de Aznar, pero sin caer en la autocomplacencia.