Del diálogo a la divulgación
Que la ciencia no llegue a la sociedad va en detrimento del progreso y del bienestar. Es innegable que la ciencia y sus aplicaciones constituyen el motor de la innovación y aportan soluciones a los principales retos que tenemos planteados, desde la mejora de la salud hasta la conservación del medio ambiente. Sin embargo no hay grandes movilizaciones sociales para la I+D, ni siquiera ante el retroceso que supone la actual política científica denunciada por entidades como la Cosce. Oportunistas esotéricos ganan popularidad y, lamentablemente, los medios no se esfuerzan demasiado en diferenciar a los timadores de los que usan métodos contrastados. En este contexto es
Hay que comunicar la ciencia empatizando con las esperanzas de la gente y sus necesidades de información
necesario hacer autocrítica. La comunicación de la ciencia, a pesar de los avances, sigue siendo muy 1.0, un viejo esquema unidireccional desde los “sabios” hacia el público, incapaz de empatizar con los miedos y las esperanzas de la gente, y quizás tampoco con sus necesidades de información.
En primer lugar el conocimiento debe ser accesible, lo que significa no restringido por barreras de pago, de propiedad intelectual o de obscurantismo entre especialistas. La legislación europea, por ejemplo, contempla la rendición de cuentas mediante la publicación de los resultados de la investigación financiada con fondos públicos, no sólo en formatos abiertos Open acces sino también con los datos descargables Open data para que puedan ser reutilizados, además de premiar su difusión.
No es fácil de cumplir y no es suficiente. La sociedad no sólo quiere acceder y entender, sino participar y decidir. Así aparecen nuevos modelos como la Investigación Responsable ( Responsive Research) aplicada en el Programa 2020 de la UE, la implicación de los pacientes en las políticas de Salud ( Patient and Public Involvement) promovida por el NHS Británico o la toma de decisiones compartidas en medicina, cuyos primeros pasos están en la filosofía del proyecto Essencial de l’Agència de Qualitat i Avaluació Sanitàries de Catalunya. Se trata de contar con la ciudadanía en el diseño de los objetivos, además de valorar la evidencia disponible y tomar decisiones conjuntas en su aplicación. Son modelos de corresponsabilidad: las instituciones y la actividad científica deben ser transparentes y liberar los datos, los ciudadanos, reclamar y valorar el conocimiento y los mediadores, ayudar a localizar y a interpretar fuentes fiables evitando los paternalismos. Sin olvidar que el nuevo paradigma es el diálogo: escuchar, comprender, pactar y actuar en beneficio de tod@s.
C. RIBAS,