Las residencias son para vivir
Poco a poco se implanta un nuevo modelo de atención a la gente mayor que intenta respetar los intereses de los usuarios
pueda tener objetos personales, algún cuadro para decorar, incluso el sillón o la mesita de noche que tenía en su casa. Otra característica es que existe un horario flexible para levantarse, entre 7 y 10 de la mañana. Con excepciones, también es posible desayunar en la habitación y las actividades se deciden en reuniones con ellos. Al principio todo les iba bien, pero ahora en las asambleas ya empiezan a pronunciarse”.
El objetivo es mantener el máximo de autonomía. Allí donde es posible se permite tener un pequeño huerto, se facilita que puedan salir a comprar, con ayuda de voluntarios, y si les gusta maquillarse que puedan hacerlo. “No es fácil implantar esa filosofía en centros que ya existen –dice Elisenda Serra–; implica cambios de organización y de hora-
El Consorci d’Acció Social de Catalunya implanta el nuevo modelo de atención en 13 centros
rios e, inicialmente, requiere un trabajo de preparación y muchas reuniones, pero económicamente no resulta caro”.
Pepita Camprubí tiene 90 años y desde que abrió el Centre de Serveis de Santa Maria d'Oló (Bages) acude cada mañana. A las siete de la tarde regresa a casa donde vive con su sobrina, y pasa las noches y los fines de semana. “Este centro es una riqueza para el pueblo, está muy bien. Hacemos muchos juegos, gimnasia y otras actividades; la comida está bastante bien y las chicas valen un imperio. ¡Madre de dios!, aquí nos conocemos todos y disfruto mucho”.
Es el resumen que hace esta mujer de un servicio creado hace tres años en un pueblo de poco más de mil habitantes. La directora del centro, Vanessa Pallàs, valora positivamente que sea un centro pequeño (ahora son sólo 18 usuarios). “En los macrocentros –dice– la atención individualizada es más complicada, las decisiones las tomamos con ellos y si algo no funciona se cambia. Intentamos darles la oportunidad de envejecer de otra manera”.