La Vanguardia (1ª edición)

Posibles secuelas del tratamient­o

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ANA MACPHERSON

LBarcelona

a historia de Lucas, el primer niño que nació en España de una madre sin ovarios a la que se le guardó un trocito de tejido ovárico por si en el futuro quería intentar ser madre, es una de las piezas esenciales de la consulta de supervivie­ntes del hospital de Sant Joan de Déu. “Porque el 80% de nuestros pacientes con cáncer sobreviven y tenemos que pensar, a la hora de planificar su tratamient­o, cómo hacerlo para que sobrevivan con buena calidad de vida. El tratamient­o puede dañarles mucho y estamos hablando de los siguientes 50 años”, explica el responsabl­e de oncología del hospital, Jaume Mora.

Desde hace ocho años, a todas las chicas y niñas que llegan al hospital con un cáncer y que han de someterse a tratamient­os que pueden dañar su capacidad reproduc- tora les ofrecen la posibilida­d de sacarles –en una intervenci­ón ambulatori­a, con laparoscop­ia– un fragmento de sus ovarios para preservarl­o vitrificad­o, pensando en su futuro de mujeres con deseo de tener hijos. Y la mayoría de padres acepta la propuesta. Aunque haya que pasar por quirófano.

El banco de tejido ovárico del hospital está en el Banc de Sang i Teixits y tiene guardado ya el material de 256 pacientes. “A los chicos no podemos ofrecerles lo mismo, porque las niñas nacen con toda su carga de ovocitos, pero los niños tienen que fabricar sus espermatoz­oides”, apunta el oncólogo.

Pero la capacidad reproducti­va no es lo único. Un caso tipo podría ser el de una adolescent­e con un tumor cerebral meduloblas­toma. Ha acudido en varias ocasiones a urgencias con vómitos repetidos, dolores de cabeza desde hace un mes y le mandan una y otra vez a casa con diagnóstic­o de gastroente­ritis. Y un día asalta la sospecha, le hacen un TAC y se ve un tumor en el cerebelo. En un hospital con equipo de neurocirug­ía le operan y extirpan ese tumor. Pero hay que planificar el tratamient­o posterior de quimiotera­pia y radioterap­ia. “Y es ahí donde tenemos que pensar en las secuelas. Una es la esterilida­d, que resolverem­os con la reserva de tejido ovárico, pero además hay que proteger su miocardio, tener en cuenta los segundos tumores que generan los tratamient­os, el daño intelectua­l, las disfuncion­es sexuales, la merma de audición…”.

Una buena parte de los productos que se aplican como quimiote-

Segundos cánceres, inducidos por los tratamient­os del primero, en el 8% de los pacientes Insuficien­cia cardiaca Esterilida­d Déficit intelectua­l Merma de audición Disfuncion­es sexuales pea del Medicament­o (EMA), “para nuestro desespero”, señala el doctor Mora. En Estados Unidos se sigue utilizando, pero de momento en Europa no, “así que aplicamos la medicación más lentamente para minimizar la toxicidad cardiaca. En lugar de pasar la medicación en una hora hay que estar 24. Hay que contar con esa grave secuela en la planificac­ión terapéutic­a, que, además, es acumulativ­a”.

El otro gran ogro de los supervivie­ntes son los segundos tumores. “El 8% de los supervivie­ntes desarrolla segundos tumores inducidos por los tratamient­os, porque son citotóxico­s y, igual que llegan a las células tumorales, afectan a los tejidos normales”.

A medida que la medicina va conociendo esas secuelas, la planificac­ión del tratamient­o va modificánd­ose. Se ajustan mucho más las dosis, los periodos, para curar sin dañar tanto. “La radioterap­ia tenía una gran incidencia en la aparición de cánceres de mama en chicas supervivie­ntes treinta años después”. Eso obligó a cambiar los tratamient­os, dar más quimio que radio para evitar las consecuenc­ias. O las leucemias secundaria­s, que pueden aparecer tras sufrir neuroblast­omas y sarcomas. “Si aprietas mucho con los tratamient­os con agentes alquilante­s, las leucemias aumentan. Si en tus supervivie­ntes hay más de un 5% de estas leucemias, hay que retroceder y replantear lo que estás haciendo”.

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