La Vanguardia (1ª edición)

A España no sé, a la tele sí

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Después de la entrevista de Aznar en Antena 3, era el turno de Wyoming en El intermedio (La Sexta): es decir, hora de sacar punta de las poses del mesiánico expresiden­te. Pero la sala de máquinas de la cadena se averió y no hubo programa el miércoles. Sí lo hubo el jueves: fue una moratoria (más los previos rumores de censura y presiones) que llevó a El intermedio a su récord histórico de audiencia. Las teorías conspirano­icas de presiones, amenazas y conturbern­ios nos excitan muchísimo, y eso tonificó las chanzas de Wyoming: ese día de espera sumó puntos. Luego Wyoming y los suyos deconstruy­eron el discursos de Aznar con acidez e higiénica mala leche. En su crítica humorístic­a, los de Wyoming vieron en el personaje una cierta psicopatía megalómana (a veces el humor acierta más que nada). Aznar le ha hecho un doble favor al grupo Antena 3 y La Sexta, regalando buenas audiencias a una y a otra cadena. A España no sé..., pero a la tele sí puede salvarla Aznar.

Saludo a la madre de un amigo, octogenari­a, que se entretiene mirando Sálvame de luxe (Telecinco, viernes noche): “Es que me gusta ver programas en directo”. Mi padre dice lo mismo: “Sólo me atraen los programas en directo, porque sé que eso está sucediendo de verdad cuando lo veo”. No hay garantía de veracidad, claro, pero sí de presencial­idad y, por tanto..., incertidum­bre: el telespecta­dor agradece una dosis de incertidum­bre. La tele en directo es como asistir a una función teatral, es decir, a una ficción presencial: ¡siempre puede suceder algo imprevisto! (y más en la tele que en el teatro: por eso hay más gente viendo la tele que en las plateas). La de mi padre y la madre de mi amigo es una generación presencial que acepta la televisión, pero no tanto el enlatado. Que pase ahora o déjalo.

DIRECTÍSIM­O.

Final de curso para Cuéntame (La 1, el pasado jueves) tras haber sido la ficción española más vista, una temporada más. Este último capítulo ha sido sombrío, triste, ha quebrado el aire luminoso del conjunto de la serie. Veo sufrir a Carlitos (injustamen­te enchironad­o), veo sufrir a sus padres, a su tío, a su hermana... De Cuéntame nos ha gustado su equilibrio entre drama y comedia, y aquí no ha habido ni una sonrisa, ni un chascarril­lo. Desasosieg­a un poco, esta penumbra... Con final feliz, sí: acaban comiéndose una paella en casa... Pero es una paella triste, el arroz está frío.

TRISTE.

El expresiden­te ha regalado buenas audiencias a Antena 3 con su entrevista, y a La Sexta con la sátira

Un país para comérselo (La 1) está dando de sí más de lo que supe entrever cuándo comenzaba: Imanol Arias y Juan Echanove cruzan las Españas poniéndose morados de platos locales y caldos sin límite..., pero lo cierto es que Echanove y Arias forman una pareja divertida, saben pasearse con gracia por cada rincón y ensalzar cada bocado. Aquí todo es placer y gloria bendita: si lo ven fuera, es un programa que puede bajar la prima de riesgo de España. Aunque no de riesgo de colesterol.

A COMER.

Esta noche me subo a la nave del misterio de Íker Jiménez ( Cuarto milenio, Cuatro) para conversar sobre los últimos cátaros occitanos ocultos en la Corona de Aragón, hace siete siglos: confieso que me ha impresiona­do la calidad audiovisua­l con que un grupo de actores escenifica algunos de los rituales de aquellos malogrados herejes, reconstruc­ción digna de la mejor ficción cinematogr­áfica.

SIETE SIGLOS.

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