Labiche museográfico
Autor: Eugène Labiche Dirección: Hermann Bonnín Lugar y fecha: La Seca. Espai Brossa (23/V/2013) En una magnífica traducción de Jaume Melendres, La meva Ismènia, de Labiche (1815-1888), se ha instalado en el Espai Brossa de la Seca, bajo la dirección de este ilustrado de la escena que es Hermann Bonnín. Los espectadores que diez o doce años atrás pudieron ver el montaje de la obra que el malogrado Melendres proponía con alumnos del Institut del Teatre, ahora se encontrarán con un grupo de buenos profesionales, completado con la presencia del veterano Jaume Pla. Este, con 85 años, es el único superviviente en ejercicio de la gloriosa ADB (Agrupació Dramàtica de Barcelona), la cual, entre sus éxitos más aplaudidos, hubo otro Labiche: Un barret de palla d’Italia.
Como Bonnín es un sabio en quien confluyen tradiciones de fuerte arraigo, no puedo dejar de ver en la presencia de Pla una sutil evocación de aquella célebre tropa de cultos aficionados, la cual, con Labiche, celebró una de las ceremonias teatrales más brillantes de su historia. Treinta y cuatro años después, en 1994, Flotats se despediría del Poliorama con Cal dir-ho, la segunda comedia del autor francés, traducida, que se veía en Catalunya, ya que la primera, en el idioma original, había sido, en 1954, Le voyage de monsieur Perrichon, por Le Grenier de Toulouse en el Romea.
La amable mirada atrás que propone Hermann Bonnín se puede entender, pues, como un homenaje a un teatro voluntarioso donde contaba más la afición que la técnica, condición suficiente para animar una pieza del rey del vaudeville del siglo XIX, que a estas alturas contiene una enorme carga de ingenuidad. El posesivo del título ya indica que su personaje principal es un padre amantísimo –Vancouver (Jaume Pla)– inflamado por unos celos tempestuosos siempre que a su Ismènia (Anna Ycobalzeta) le sale un pretendiente. Ahora y aquí, este incontinente rechazo es contra el joven Dardenboeuf (Mingo Ràfols), un recomendado de Galatea (Lina Lambert), hermana millonaria del viejo que no quiere ser suegro de nadie. En medio de un alborozo recargado de candidez, la criada Chiquette (Teresa Urroz) es la pícara descendiente de la commedia dell'arte.
Jaume Pla, con muestras inequívocas del antiguo teatro de aficionados, parece moverse confortablemente, gritando los apartes de forma inverosímil, y exhibiendo en las intervenciones mo-