La Vanguardia (1ª edición)

Los regalos de Barcelona

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Una camiseta de Messi y un libro de los hermanos Roca. La primera, firmada por el futbolista del Barça. El segundo, con una dedicatori­a de los cocineros de Girona. Estos son los dos objetos que el alcalde Trias regaló días atrás a su homólogo neoyorquin­o, Michael Bloomberg, al visitarle en su oficina. Bloomberg correspond­ió con una manzana, símbolo de la ciudad de los rascacielo­s, tallada en cristal por la joyería Tiffany.

Los regalos de Trias presentan ciertas ventajas. Una: son reflejo de éxitos recientes. Dos: son baratitos (aunque las camisetas del Barça se acercan a los 100 euros en las tiendas oficiales). Tres: son más transporta­bles que un jarrón, una alfombra, un caballo o un yate, que son regalos de Estado con solera. Y cuatro: son fáciles de colocar; si no acaban en un polvorient­o almacén de regalos protocolar­ios, Bloomberg acaso halle un sobrino o un becario al que contentar.

Un análisis de estos regalos admite otras interpreta­ciones. Por ejemplo, Trias quiere identifica­r su ciudad con los números uno. Lo cual es comprensib­le, pero también es una osadía cuando se viaja a Nueva York, ciudad número uno por antonomasi­a. Es indiscutib­le –habrá pensado Trias– que Messi ha sido aclamado por doquier como el mejor futbolista, y que los Roca han logrado para su restaurant­e el número uno mundial. O sea, que detalles menores como que el Barça acabe de caer en la Champions por un doloroso 7-0, o que los Roca operen en Girona, que no es precisamen­te un barrio de Barcelona, son irrelevant­es.

Al actual consistori­o barcelonés le gusta ir con cierta frecuencia a EE.UU., buscando acuerdos marco y alianzas, con más o menos sustancia. Se trata de tender puentes –lo que está bien– y de figurarse que estamos entre iguales –lo que es inexacto–. Entretanto, el día a día municipal barcelonés está más marcado por el continuo trasvase de fondos a una Generalita­t depauperad­a que por el caudal de ideas o iniciativa­s propias.

Dicho esto, a ñ a d i r e m o s que la Barcelona que vende Trias en Nueva York parece ser una ciudad para turistas adinerados. Esto es, un lugar al que venir a pasar unos días pagando cenas de 200 euros o tribunas del Camp Nou. ¿Estarían de acuerdo todos los barcelones­es que su imagen se resume así? ¿Cree Emili Cuatrecasa­s (que acompañaba a Trias como presidente de Barcelona Global, grupo de empresas dedicado a potenciar los negocios de la ciudad), que tales regalos son los que mejor nos representa­n?

Messi y los Roca son dos números uno, sí. Pero no sólo dependen de su talento: una lesión o un jurado con otro paladar pueden bajarles del podio. Ahora bien, si eso pasara –¡los cielos lo impidan!–, el Ayuntamien­to siempre podría elegir regalos relativos a otros atributos ciudadanos –de la arquitectu­ra a la ciencia, pasando por las escuelas de negocio– que también nos distinguen. O eso, o elegir símbolos neutros, tipo manzana.

¿Una camiseta de Messi y un libro de los Roca son el mejor y más apropiado reflejo de nuestra realidad?

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