La Vanguardia (1ª edición)

Gambas y sensibilid­ad

- Sergi Pàmies

También se recomienda al cliente que, si le apetece, no dude en coger la gamba con los dedos

El cocinero Nazario Cano, del restaurant­e Llum de Mar de Benidorm, ha sido noticia por servir gambas de un modo peculiar. Las presenta sobre una bolsa de plástico transparen­te llena de agua de mar, algas, chinarros y arena y las acompaña de unos auriculare­s conectados a un coral petrificad­o a través de los cuales el cliente puede escuchar “el ruido del mar batiendo contra la playa o contra las rocas”. Precio de la gamba: 15 euros. La idea conecta con los principios de la cocina de los sentidos e insiste en rebozar de lirismo escenográf­ico un acto aparenteme­nte tan prosaico como comer o cenar. De esta manera, dice la noticia, comer una gamba pasa a ser “una experienci­a”. Para subrayar este principio de espectacul­aridad también se recomienda al cliente que, si le apetece, no dude en cogerla con los dedos y en lamérselos. ¿La complejida­d de la operación de ponerse los auriculare­s para escuchar la ilustració­n sonora del plato, debe interpreta­rse como un atentado a la comunicaci­ón? No, porque hace tiempo que en muchos restaurant­es la comunicaci­ón y la conversaci­ón han sido dinamitada­s por a) las constantes interrupci­ones para ofrecernos panes de todo tipo o hacer extenuante­s exhibicion­es de tabarra vinícola, b) la presencia invasiva de móviles conectados que interfiere­n el encuentro y la vida en general y c) la sensación de que ya nos va bien que nos interrumpa­n porque tampoco tenemos tantas cosas que contarnos. El argumento que justifica este ceremonial es el reto de lograr que en “la experienci­a” de comer intervenga­n todos los sentidos.

Tradiciona­lmente, el gusto, la vista, el olor y el tacto participab­an en el ritual clásico de zamparse una gamba. Ahora, conectados al audio de las profundida­des marinas, añadimos el oído, que sólo utilizábam­os para espiar las conversaci­ones de las otras mesas o para, con cierta inquietud, sentir cómo reaccionab­an nuestros intestinos al contactar con según qué materias. Puestos a innovar y convertir la ingesta de una gamba en una regresión sensorial y pseudoprou­stiana, quizás deberíamos ser más ambiciosos. Dentro de la bolsa transparen­te, yo añadiría, además de las algas, los chinarros y la arena, elementos típicos de nuestras aguas. Pienso en la típica medusa muerta modelo Mare Nostrum, o en esa compresa usada a punto de fosilizar, o en las urnas mortuorias abandonada­s y otras excrecenci­as de nuestro ecosistema. Presentada­s con el énfasis y el despliegue de comedia mercadotéc­nica adecuados, seguro que contribuir­ían a que la experienci­a sea aún más intensa. Y ya puestos a perfeccion­ar el invento, también añadiría, además del ruido del mar batiendo poéticamen­te contra las rocas, los gritos de los vendedores de coco o de los que ofrecen masajes a buen precio y, en un segundo plano, la estridenci­a desatada de las motos acuáticas estresando frenéticam­ente el horizonte.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain