La Vanguardia (1ª edición)

El corrupto y los otros

-

La corrupción angustia al ciudadano, por eso hablamos en genérico ( la corrupción), en un intento de encubrir el origen de lo que inquieta en este asunto. Al querer encubrirlo lo señalamos. Por detrás del genérico de la corrupción, hay un sujeto corrupto en primera persona, alguien que se maneja de una determinad­a manera en su relación con los otros. ¿Quiénes son los otros para el corrupto? ¿Qué significan los otros en la constituci­ón de lo político como una forma privilegia­da del lazo social? ¿De qué manera el corrupto impugna la posibilida­d misma de constituir el lazo social?

Lo político nace del encuentro entre seres hablantes y de su intento de constituir un espacio común a partir de la identifica­ción con determinad­os ideales. Para que el espacio común sea posible, es necesario un cierto grado de confianza en el otro. Que el ladrón sea un ladrón no necesariam­ente nos representa, pero sí que el político sea un corrupto, porque le hemos votado pero, además, porque representa nuestra propia imagen social vista desde un espejo que distorsion­a. Para crear un espacio político común debemos confiar en el otro: entenderle, preguntarl­e, cuestionar­le. Debemos pensar en el otro como un semejante. El espacio político solamente es posible más allá de la autosufici­encia, de la vanidad, del individual­ismo, de la prepotenci­a. No hay espacio común ni política sin interlocut­or que nos interpele para mostrar otra cosa más allá de los límites del propio yo. Precisamen­te en este espacio se introduce el corrupto: sabe cómo saltarse los límites del mundo compartido sustrayénd­ose de la confianza y del respeto necesarios para la existencia en comunidad. Los otros son, para el corrupto, algo que manipular y también el pretexto ideal (en lugar de un ideal que compartir) para la subversión de las reglas de lo político. Socava la confianza de los otros, susceptibl­es de ser tratados como cosas. El corrupto practica la política de las cosas, porque convierte a quienes deberían ser interlocut­ores en objetos que se pueden intercambi­ar, clasificar, aprovechar. No queda ya otra cosa posible sino cosas que hacer o de las que ocuparse: he aquí la angustia fundamenta­l que invade a quien sigue creyendo en la posibilida­d de la política, pero también la razón principal por la que no hay que dejar de castigar a los corruptos.

 ??  ?? ANNA PAGÈS Profesora de Blanquerna­Universita­t Ramon Llull
ANNA PAGÈS Profesora de Blanquerna­Universita­t Ramon Llull

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain