La Vanguardia (1ª edición)

Seguridad en los trenes

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Ante el accidente de tren en Galicia, vemos como las medidas de ahorro del Gobierno al parecer también castigan a la ciudadanía cuando se usan trenes de velocidad alta en los que, en caso de un descarrila­miento, la suma de la fuerza de los distintos vectores cinemático­s, propulsado­s por la fuerza imparable centrípeta, nos da un balance de varias decenas de muertos y heridos. Podríamos hacer una reflexión para pensar que tanto Adif como Renfe y el Ministerio de Fomento pueden y deben arbitrar más medidas de seguridad para que un tren de alta velocidad pueda frenarse en caso de un posible fallo humano. Medios y conocimien­tos técnicos nos sobran. Entonces, ¿qué falla, el control del gasto y el ahorro? ¿Acaso sí se podía haber evitado? ¿Por qué no había sistemas complement­arios de seguridad instalados en la vía? ¿Hay más tramos como este en España? La técnica de seguridad ferroviari­a está perfeccion­ada, pero si se usa a me- dias por otras razones de carácter tecnocráti­co, ¿acaso, a la vista de las pruebas, podría ampliarse la responsabi­lidad civil o en su caso penal sobre aquellos técnicos o directivos responsabl­es que, por cualquier razón, no han previsto el sistema de seguridad adecuado? La impresión de bastantes españoles es que este país tiene al timón personas que no son capaces de hacer las cosas con sentido común. Y donde la idea de seguridad en un servicio público debe primar sobre la idea economicis­ta de que no sea deficitari­o, porque una vida vale más que mil palabras escritas en el estrado judicial. La econometrí­a nos permite medir el control del gasto, pero la técnica responsabl­e y segura, no cabe duda, ¿qué nos permite? Salvar vidas es entonces lo más importante. A mi humilde entender, desde la óptica jurídica, también los responsabl­es de la omisión de tales medidas podrían ser imputados.

EDUARDO M. ORTEGA

Granada

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