El error de Garzón es para el juez la causa primordial
Aláez sostiene que la llamada del revisor no es delictiva
El revisor del tren siniestrado en Santiago, Antonio Martín Marugán, comparece esta mañana como testigo ante el juez del caso, Luis Aláez. Este sostiene que la llamada del revisor al maquinista en la parte más crítica del trayecto podría considerarse como “desafortunada”, pero, como se enmarca en la normalidad del servicio, no merece en principio la calificación penal de imprudencia.
“La causa primordial del accidente fue la indebida conducción llevada a cabo por Francisco José Garzón Amo por circular a una excesiva velocidad para la configuración o trazado de la vía en el lugar de Angrois”, se afirma en el auto emitido ayer por el juez Aláez, en el que justifica su decisión de no imputar al revisor. Esta apreciación muestra como las diligencias están muy centradas en el el error que el maquinista ya reconoció en su conversación con el centro de control, inmediatamente después de que descarrilase el tren.
El edificio judicial del barrio compostelano de Fontiñas rebosaba ayer de actividad de interés informativo en el día en el que comenzaban las vacaciones. La luz apagada de algunas dependencias contrastaba con el despliegue de cámaras de televisión en la puerta.
Se esperaba que Aláez dispusiese ayer del informe pericial sobre el contenido de las cajas negras, cuyo análisis comenzó el pasado lunes. Pero a última hora de la tarde el documento no estaba acabado, mientras existía la expectación de que pudiese contener novedades sobre la primera impresión, que sirvió para estimar que el tren circulaba a 153 kilómetros por hora en el momento del impacto, así como para conocer que el maquinista Garzón recibió una llamada en su móvil corporativo, momentos antes del choque en la peligrosa curva de A Grandeira.
La conversación duró “hasta prácticamente el mismo momento en que el tren descarrila en el lugar de Angrois”, se afirma en el auto del juez, en el que se confirma que tuvo una duración de casi dos minutos.
Para Aláez, aunque la llamada del revisor pudiese contribuir al despiste que ha reconocido el maquinista, no es el elemento desencadenante que pueda ser castigado penalmente, ya que si el conductor no se hubiese equivocado y hubiese frenado a tiempo, no tendría efectos. Al analizar si tenía que imputar al revisor, el juez apunta que la llamada puede ser una “hipotética conducta desafortunada”, por haberse producido en las proximidades de una “curva peligrosa”, sin tener en cuenta si podía provocar una distracción.
Hoy el revisor tendrá que explicar el contenido de la llamada, en la que informó a Garzón del vagón en el que iban los viajeros de Pontedeume, para que supiese en qué parte de la estación detenerse.
En el juzgado de Santiago fueron depositados ayer 2.750.000 euros por parte de QBE Insurance, aseguradora de responsabilidad civil de Renfe. La compañía anunció que se trata de fondos para poner a disposición de los perjudicados por el accidente como “una serie de importes para contribuir al pago de sus necesidades económicas inmediatas”.
QBE señaló que el pago de esa cantidad “no supone reconocimiento de responsabilidad” por su parte o la de Renfe, ya que deberá ser determinada por vía judicial. La aseguradora se reserva el derecho de cobrar, de forma total o parcial, las cantidades anticipadas a quienes se determine que son responsables civiles.
Y en el Parlamento gallego hubo ayer el primer debate sobre la tragedia. La Xunta mostró su orgullo sobre cómo funcionó el dispositivo de emergencias, mientras la oposición criticó su descoordinación.