Russell Crowe, direct
Una película que recrea la batalla de Gallípoli sirve al oscarizado a
La batalla llegó a ser tan encarnizada que el aire, de tan viciado, estuvo cargado de balas que chocaban entre sí. En un momento crucial de la contienda, y consciente de la situación desesperada a la que se enfrentaban sus tropas, el comandante en jefe del imperio otomano, Mustafa Kemal Ata-
türk, pronunció su memorable arenga suicida: “No os mando atacar, sino morir. En el tiempo en que tardemos en fallecer podrán llegar los refuerzos para ocupar nuestras posiciones”.
Así las cosas, la carnicería, que tuvo lugar en 1915 en el estrecho de los Dardanelos –cuya defensa era vital para Estambul, la capital–, costó la vida a decenas de miles de soldados. Casi un siglo después, la épica que rodea la sangrienta batalla de Gallípoli es rememorada cada año por los dos bandos que se enfrentaron a sangre y fuego.
Con la victoria, los otomanos consiguieron retrasar unos pocos años los últimos estertores del imperio y, a la par, cimenta- ron el mito de Mustafa Kemal, el futuro Atatürk, fundador de la moderna república laica. En el otro bando, el de los aliados, son sobre todo los australianos y neozelandeses los que más reivindican su memoria. Los perdedores se tuvieron que consolar al menos con una canción terrible, The band played Waltzing Mathilda, una auténtica balada a la devastación que trae consigo la guerra. En el texto, un vivalavida es reclutado para la campaña de los Dardanelos, donde perderá las piernas, y es testigo de una bata- lla en la que “fuimos masacrados como corderos en el matadero” a manos de los turcos.
Ahora, de la mano del oscarizado actor Russell Crowe, la batalla de Gallípoli volverá a ser materia prima para el cine. Supone, para el neozelandés de nacimiento y australiano de adopción, su debut tras la cámara, puesto que ha decidido tomar las riendas como director en The water diviner (el zahorí). Se trata de un drama inspirado en la historia de un padre que busca a sus dos hijos, desaparecidos durante la batalla de Gallípoli. En 1919, un año después del final de la primera gran guerra, el progenitor se dirige a Turquía para saber qué ha sido de sus vástagos.
A Crowe le hemos visto en la gran pantalla como un sufrido boxeador de origen irlandés que saca su familia adelante a golpes, pero con el orgullo intacto, en
Cinderella man (Ron Howard,
2005). O en Master and comman
der: al otro lado del mundo (Peter Weir, 2003), encarnando a un abnegado capitán Aubrey al mando de la fragata inglesa Surprise que persigue a la francesa Acheron. En total, unas diez películas, aunque el filme que mayor fama le dio fue, sin duda, Gladiator (Ridley Scott, 2000).
En su primera incursión como realizador, Crowe ha estado barajando diversos escenarios para el filme, que comenzará a finales de este año. Hasta ahora, del que