Un hombre correcto
BERTHOLD BITZ (1913-2013) Empresario alemán
Berthold Bitz fue un destacado empresario alemán. Como el célebre Oskar Schindler, Bitz salvó durante la Segunda Guerra Mundial a cientos de judíos de una muerte segura en los campos de exterminio nazis otorgándoles trabajos en sus fábricas, mientras trabajaba en Boryslaw (en la zona polaca de Galitzia) para una petrolera alemana. Tras el fin de la guerra conoció al magnate del metal Alfried Krupp, de quien terminaría convirtiéndose en plenipotenciario. En esa función fue el responsable de poner de nuevo en pie en 1953 la Friedrich Krupp AG –la empresa había sido originalmente expropiada por los estadounidenses como compensación por su colaboración con el régimen nazi, y su dueño, Alfried Krupp, condenado por crímenes de guerra por un tribunal aliado– y de la creación de su fundación, la Alfried Krupp von Bohlen und Halbach, encargada de promover las buenas relaciones con Europa del Este y Rusia, el deporte y el espíritu olímpico, y la cultura, especialmente la música.
La fundación ha jugado un papel clave en la reconversión industrial de la región del Ruhr, donde se concentraba la mayor parte de la minería y la industria siderometalúrgica de la República Federal Alemana. El buen hacer y la contrastada capacidad de gestión de Berthold Bitz le valie- ron el puesto de presidente de honor del consejo de administración de Krupp, cargo que conservó tras la fusión de la empresa con el otro gigante del metal germano, la Thyssen AG, con la que nació una de las mayores empresas metalúrgicas y tecnológicas del mundo, la ThyssenKrupp AG. Gracias a su conocimiento de Europa oriental y a su talante conciliador se convirtió en asesor del canciller socialdemócrata Willy Brandt.
Considerado por el diario Süddeutsche Zeitung como un
Bitz salvó durante la Segunda Guerra Mundial a cientos de judíos de una muerte segura
hombre que encarnó como pocos la historia del siglo XX, Bitz fue entre 1972 y 1988 miembro del Comité Olímpico Internacional (COI), del que fue vicepresidente entre 1984 y 1988, una etapa sumamente difícil, recordada por el boicot soviético a las Olimpiadas en Los Ángeles en 1984. “Era un hombre con una misión moral, alguien que hacía lo que consideraba correcto”, escribió el prestigioso rotativo.