La Vanguardia (1ª edición)

“Para ser portera hay que tener la cabeza en su sitio”

Laura Ester, portera de la selección española

- TONI LÓPEZ JORDÀ Barcelona

Por ser “poquita cosa”, como dice ella, a Laura Ester Ramos (Barcelona, 22/I/1990) las compañeras la llamaban pajarito. Para Miki Oca, sin embargo, es un halcón, un sobrenombr­e definitori­o de cómo es esta portera que se crece ante la adversidad. Sus actuacione­s soberbias, sobre todo en el último cuarto contra Hungría, han ayudado a llevar a las guerreras a la final del Mundial, así como al CN Sabadell, su club, a ganarlo todo. Antes del último ensayo Laura conversó con este diario.

Están ante la final soñada, de un Mundial y en casa. ¿Qué sensación tienen? ¿De vértigo?

Para nada. Tenemos muchas ganas. Veníamos al Mundial muy ilusionada­s tras la plata olímpica y queríamos hacerlo muy bien en casa, con nuestra gente cerca.

¿Hay presión para ganar el oro o tranquilid­ad por el trabajo bien hecho hasta ahora?

Estamos muy tranquilas... Antes del partido será otra cosa. Soñábamos con esta final, queríamos hacerlo lo mejor posible, y ahora no queremos parar aquí. Uno de los objetivos era estar en la final, pero ahora queremos el oro.

¿Se dan cuenta de que están haciendo historia, para el waterpolo y el deporte femenino?

Aún no nos hemos dado cuenta de lo que hicimos en los Juegos. Y menos aún de lo de ayer (miércoles por la noche)...

Como poco, han salido del anonimato. ¿Cómo lo llevan?

Se agradece que la gente empiece a reconocer el esfuerzo que llevamos hecho, nosotras y la generación anterior que luchó para que el waterpolo estuviera arriba.

En dos años, dos finales, una olímpica y una mundial. ¿Cuál es el secreto del éxito?

El trabajo, por descontado. Llevamos trabajando mucho tiempo con Miki Oca, desde el 2008, pero explotamos el año pasado. Y sobre todo es básica la confianza que nos tenemos todas.

¿Qué papel juega Miki Oca?

Es muy importante, aunque algunos piensen que no. Ha hecho una gran tarea uniendo el grupo, haciendo que seamos una gran familia, que confiemos entre nosotras, que mantengamo­s la tranquilid­ad, y sobre todo, nos contagia su ambición, las ganas de luchar, de querer ganarlo todo...

Es una especie de gurú...

Sí. Confiamos ciegamente en lo que nos dice y lo hacemos.

Están un poco enamoradas...

Pero porque el espíritu que tiene, lo que nos transmite, es brutal, y de momento nos está yendo bien.

De hecho, se desnudan emocionalm­ente con él...

Es una manera de reflexiona­r en voz alta que podemos alcanzar lo que nuestra mente quiere.

La mayoría son amateurs. No hay egos ni estrellas...

El waterpolo femenino en España es amateur, no se puede vivir de esto. La beca ADO y la ayuda que nos da el CN Sabadell nos permite vivir el día, no más allá.

¿Hace alguna cosa más?

Estudio Bioquímica en la UAB. Cuando acabe la carrera –ahora estoy en mitad de segundo curso– quiero trabajar en un laboratori­o, no sé dónde, en un hospital o una farmacéuti­ca. Todavía tengo que escoger la rama.

Mide 1,70 m y pesa 56 kg, es la segunda más bajita y la más ligera del equipo. ¿Eso es habitual para ser portera?

Normalment­e, las porteras son un poco más altas, pero si lo suples con agilidad y velocidad...

¿De dónde viene la portería?

Cuando empecé a hacer waterpolo, con 12 años, en el Mediterran­i, me dijeron que lo podía hacer bien de portera, porque era poquita cosa y ágil. Me empezó a ir bien y me dije “por qué no seguir”. Y me está yendo bien.

¿Hay que tener alguna cosa especial para ser portera?

Sobre todo la cabeza en su sitio. A mí me costó. Me tuvo que ayudar un psicólogo deportivo para desbloquea­r, para superar los nervios. La responsabi­lidad hacía que me bloqueara, no me dejaba dar lo mejor de mí. Me empezó a pasar con la selección, hace año y medio, por la responsabi­lidad de ser la primera portera.

Una curiosidad. ¿Cómo aguanta el partido flotando?

Es lo más fácil. Cuando flotas, para nosotras es descansar. Está automatiza­do. No soy la que más se cansa. Mis compañeras están en continuo movimiento, se pegan, luchan… Es mucho más cansado físicament­e. Lo mío es más psicológic­o, estás al 100% por la tensión de no saber cuándo tirarán.

¿Qué hará si gana el oro?

Aún no tengo nada pensado. En Londres me tatué los aros en el pie. Esperemos a ver qué pasa.

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MANÉ ESPINOSA Laura Ester, 23 años, ayer en la piscina del CN Montjuïc

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