“Todo empieza en el mapa”
Robert D. Kaplan observa el mundo –Siria, Estados Unidos, Rusia, España, Catalunya...– a través del prisma geográfico
Durante unos años, pareció que la geopolítica se tomaba unas vacaciones. Estados Unidos creía poder invadir un país de Oriente Medio y Asia Menor y modelarlo a su gusto. “El mundo es plano”, escribía el columnista Thomas Friedman. En un libro con el mismo título, describía como las nuevas tecnologías habían eliminado las distancias; ya no importaba si uno estaba en Bangalore o Kansas City: internet nos igualaba a todos.
En La venganza de la geografía, recién publicado en castellano por RBA, Robert D. Kaplan –viajero, periodista, exconsejero del Pentágono, autor de La anarquía que viene y Fantasmas balcánicos, entre otros– rebate esta idea. Iraq y Afganistán demostraron que la geografía sí importa. “Aunque podamos enviar satélites a las partes lejanas del sistema solar –escribe– el Hindu Kush sigue constituyendo una barrera formidable”.
“Geografía –dice en una entrevista telefónica– es el mapa y todo lo que el mapa enseña: todas las historias que cuenta, sobre terrenos fértiles y no fértiles, sobre terreno fácil y sobre terreno accidentado. Cuenta la historia de las personas que viven allí, sus experiencias de centenares o quizá miles de años, y cómo esto ha modelado los caracteres nacionales. Se trata de la geografía en el sentido del siglo XIX. No es sólo mirar al mapa. El mapa es donde todo empieza”. Un resumen:
EL MAPA. “Admito que gran parte de la realidad la determinan seres humanos autónomos, que las decisiones que los estadistas toman tienen un impacto tremendo en la historia. Pero si usted mira las páginas de opinión de todos los diarios, sean de izquierdas o derechas, progresistas o neoconservadores, tratan de lo que podemos hacer, lo que debemos hacer, de nuestra responsabilidad moral. Yo me ocupo del otro 50% de la realidad. La realidad de las restricciones, de las limitaciones en las decisiones de quienes hacen política. Y donde mejor aparecen descritas es en el punto de partida. Y este punto de partida es la geografía”.
RUSIA. “Si eres el presidente de Rusia, por ejemplo, seas liberal demócrata o autoritario, debes saber que Rusia no sólo fue invadida por Napoleón y Hitler, sino por los suecos, lituanos y pola- cos. Y por tanto es comprensible que quieras tener una zona de protección, una zona blanda de influencia en Europa central y oriental, y también en el Cáucaso para protegerte de toda la inestabilidad en Oriente Medio. Así que Putin está restringido por la geografía. Se podría decir lo mismo de otros líderes del mundo.”
Una Catalunya independiente tiene sentido, pero debe vivir en armonía con España, según Kaplan
ESPAÑA. “Si yo fuera el líder de España, vería que estoy cerca del norte de África. Y la población de África, al sur del Sáhara, pasará de más de mil millones de personas a cuatro mil millones al final del siglo XXI. Esto pondrá una presión enorme en la migración hacia el norte, a Europa. También sé que formo parte de la UE, pero no de su corazón, del núcleo de Europa, que es el viejo reino de Carlomagno, del mar del Norte hacia el sur, por Maastricht, Estrasburgo, La Haya, hasta los Alpes. Soy un país periférico pero grande en población, lo que significa que importo mucho”.
CATALUNYA. “España no tiene tantos ríos navegables como otras partes de Europa. El control central es más débil que digamos en Hungría, por ejemplo, donde todos los lugares están orientados hacia Budapest. Madrid se encuentra en el centro muy solitario de la península Ibérica. Hay otros centros geográficos como Catalunya y Barcelona, en el nordeste. Así que es natural que España sea una vasta península de regiones. Y ahora que el Gobierno central importa menos, porque la Unión Europea y Bruselas le han quitado poder en algunos aspectos, es natural que se desarrollen movimientos regionales. La combinación de prosperidad, de un lado, y de la pérdida de poder central a favor de Bruselas, de otro, da como resultado el aumento del separatismo”. “El separatismo no tiene por qué ser negativo, puede llevar a la vitalidad económica –dice en otro momento–. Si el centro controla un territorio demasiado vasto, si no es flexible, puede llevar a la excesiva burocratización y a una economía ineficiente. Recuerde lo que hace que Estados Unidos sea tan dinámico: es el hecho de que Washington sea realidad débil, de que haya cincuenta estados con identidades propias, con diferentes políticas económicas en algunos aspectos, algunos demócratas y otros republicanos, algunos con tradi- ciones como Escandinavia con buenos servicios sociales, como Minnesota, y otros estados son más como el tercer mundo como Misisipi o Luisiana. EE.UU. es un país de regiones políticas divididas. No es anormal que un país como España tenga una o dos regiones separadas”. Una Catalunya independiente, opina, tendría sentido “históricamente”. “Pero recuerde –avisa–. Una Catalunya con éxito tiene que existir en armonía con España”.
ESTADOS UNIDOS. “Estados Unidos es un país seguro. Está protegido por Atlántico y el Pacífico. No afronta ningún enemigo mortal real. Y por tanto su política exterior está influida por valores. Los valores son un lujo cuando careces de enemigos mortales. Cuando tienes enemigos morta- les, como los que tenían aquellos reinos de Europa al inicio de la era moderna, la política exterior es entonces una cuestión de intereses crudos. Pero Estados Unidos se permite el lujo de contemplar intervenciones humanitarias”. “EE.UU. –añade– es una gran potencia formidable dotada con recursos naturales y una población con recursos. Los pequeños países rodeados de enemigos nunca pueden cometer errores en política exterior. Estados Unidos, en cambio, puede cometerlos y seguir siendo un gran país”.
SIRIA. “Creo que (los planes de intervención de EE.UU.) son idealistas. Yo, como realista, veo muchos fallos allí. El poder norteamericano puede hacer muchas cosas, pero lo que no puede hacer es poner orden en un sociedad islámica compleja populista desgarrada por la guerra. Esto es algo que el poder americano no puede hacer”, dice. “Piense una cosa: Sadam Husein gaseó más de 5.000 civiles kurdos en marzo 1988. La Administración Reagan no hizo nada, porque intervenir no respondía a sus intereses. A la Administración Reagan le preocupaban mucho los derechos humanos en Europa central y oriental. Le preocupaban mucho los derechos humanos en Afganistán. Porque la Administración Reagan tenía una política exterior con un foco muy definido: derrocar a la Unión Soviética. Por eso los derechos humanos en Iraq ocupaban un rango muy inferior en sus preocupaciones. Aquella era una Casa Blanca muy disciplinada cuando se trataba de saber qué creía que podía hacer en el mundo y qué creía que no po-
día hacer. La Casa Blanca de Obama parece demasiado poco disciplinada”. “Siria no es un país –prosigue–. Sólo es una vaga expresión geográfica, en la que tienes kurdos en el nordeste, drusos en el sur, alauíes de orientación chií en el noroeste y suníes en el centro. Ninguno de estos grupos tiene un sentimiento de nación bien desarrollado. Son más leales a sus intereses de grupo o sectarios que a ningún concepto de estado. El estado de Siria nunca ha sido gobernado de manera que se fomente la ciudadanía o una sociedad civil sana”. “Lo que recomendaría a la Administración
EE.UU. “no puede poner orden” en Siria, una sociedad islámica compleja, desgarrada por una guerra
Obama –dijo Kaplan en la conversación, días antes de que EE.UU. se sumase a un plan ruso para evitar la intervención militar– es que trabajase con rusos, iraníes, saudíes, turcos para intentar rebajar la violencia, pero no necesariamente para derrocar el régimen de Asad. Derrocarlo podría significar un hundimiento total de la autoridad central y tener aún más violaciones de derechos humanos, y no menos”. En el libro, escribe que a veces el totalitarismo es preferible al caos. “Trabajé como reportero en el Iraq de Sadam en los ochenta, y era el lugar más terrorífico del mundo. Pero cuando Sadam fue derrocado, aún se volvió más terrorífico. La lección supongo que es: nunca digas que las cosas no pueden empeorar porque pueden”.
UNIÓN EUROPEA. “La crisis financiera de Europa es en parte una crisis geográfica. El corazón de Europa, con suelos mejores, las salidas al mar del Norte, puertos protegidos, es vital. Es el corazón de la Unión Europea. Son las ciudades-tratado de La Haya, Maastricht, Estrasburgo, donde se encontraba el imperio de Carlomagno. Más allá, está la Europa de los Habsburgo, y la Europa que estaba dominada por los bizantinos. Y los otomanos, en el sudeste, Grecia, y la Europa mediterránea. Y estas distintas Europas tuvieron distintos esquemas de desarrollo, distintos esquemas políticos. España y Portugal vivieron bajo dictaduras hasta mediados de los setenta. No es inusual que la Europa del sur fuese a tener una mayor crisis económica que el norte de Europa. La historia, la geografía lo explican. No es sorprendente que el estado del bienestar funcione en Alemania pero no tan bien en España e Italia”. En otro momento, añade: “La crisis económica sostenida en la UE la ha hecho más débil geopolíticamente. La UE tiene cada vez menos poder geográfico y geopolítico en las partes centrales y orientales, al mismo tiempo que Rusia es muy rica con ingresos de gas natural. Si eres el líder de Rumanía, o Bulgaria, o Polonia o los estados bálticos, debes prestar cada vez más atención a Moscú y menos y menos a Bruselas. Por eso Europa tiene un futuro en los titulares de noticias”.