La Vanguardia (1ª edición)

Zinemaldia olvida a Villeneuve

La venezolana ‘Pelo malo’ gana por sorpresa la Concha de Oro

- PEDRO VALLÍN Madrid E L P A L M A R É S CONCHA DE ORO, CONCHA DE PLATA AL MEJOR DIRECTOR, CONCHA DE PLATA A LA MEJOR ACTRIZ, CONCHA DE PLATA AL MEJOR ACTOR, MEJOR GUIÓN, MEJOR FOTOGRAFÍA, PREMIO ESPECIAL DEL JURADO,

un cine pequeño, modesto en medios, de vocación hiperreali­sta, centrado en lo común y lo inmediato, en tragedias –pequeñas y grandes– que laten bajo la piel de lo trivial.

Es elocuente en este sentido el triunfo rotundo de la española La herida. de Fernando Franco, que se alzó con el premio especial del Jurado. El filme, radical en su formulació­n narrativa al acercarse al trastorno de personalid­ad de su protagonis­ta, también logró una aplaudidís­ima Concha de Plata a la mejor actriz para Marian Álvarez, quien soporta en primer plano la descripció­n minuciosa de la articulaci­ón de su neurosis, con una intensidad no vista desde que los hermanos Dardenne sometieran a Émilie Dequenne a un escrutinio similar en Rosetta, que barrió en la edición de 1999 del Festival de Cannes. Álvarez fue con mucho la que se llevó la ovación más sonada y, en justa reciprocid­ad, la que recibió la Concha de Plata con una más evidente emoción.

Igualmente centrado en lo cotidiano, pero con un lenguaje muy alejado del realismo estricto de los anteriores, el joven cineasta

Abucheo rotundo el que logró ayer el jurado del LXI festival de San Sebastián, presidido por Todd Haynes, al dejar fuera del palmarés al favorito, Denis Villeneuve, cuya consagraci­ón como director ha auspiciado este certamen con la conjunción de Enemy, que competía en sección oficial, y Prisionero­s, presentada en sesión especial acompañand­o el premio Donostia de Hugh Jackman. Dos muestras, las de Villeneuve, de cine antitético –una fábula intimista y obsesiva de bajo presupuest­o, y un magnífico y desasosega­nte thriller policial producido por un gran estudio. A cambio, entregó la Concha de Oro a la venezolana Pelo malo, de Mariana Rondón, relato sobre la infancia, las anomalías de los afectos familiares y las precocidad­es de la identidad sexual y emocional, sobre el fondo de esquizofre­nia social y política del chavismo venezolano, una propuesta tan modesta en sus medios como, en el fondo, en sus resultados.

Una edición que arrancaba intentando desagravia­r a Juan José Campanella por el desdén de hace cuatro años a su mejor película, El secreto de sus ojos (2009) –ofreciéndo­le la inauguraci­ón para su incursión en la animación– terminó creando un nuevo agravio con Villeneuve, que si ya en Incendies (2011) sorprendía por sus habilidade­s de cineasta y su riguroso respeto al espectador, cuya inteligenc­ia es convocada a participar de sus rompecabez­as, en esta semana donostiarr­a se ha convertido en cineasta mayor merced a sus dos películas –rodadas consecutiv­amente–, opuestas y a la vez impregnada­s de una coherencia profunda en su exploració­n de las pesadillas del hombre contemporá­neo.

En todo caso, no se puede reprochar falta de coherencia, pues este palmarés es perfectame­nte consecuent­e, de principio a fin, al tiempo que revelador de los asuntos que despertaba­n el interés de los jurados: apostaron por

lo,

Pelo made Mariana Rondón

Fernando Eimbcke, por Club Sándwich

Bertrand Tavernier, por Quai d’Orsay

Marian Álvarez, por La herida

Jim Broadbent, por Le Week-End

Pau Esteve Birba, por Caníbal

La herida

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