La Vanguardia (1ª edición)

El nuevo CGPJ

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CON la elección del fiscal de carrera Carlos Lesmes como presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Supremo por 16 de los 20 votos posibles, se pone punto final a un proceso salpicado desde el principio por la hiperpolit­ización en la designació­n de los nuevos miembros y resuelto por escrupulos­o reparto del poder existente en las Cortes Generales. En esta ocasión, además, con una indisimula­da falta de decoro en el tránsito del poder legislativ­o al judicial. Pero así lo han querido al unísono PP y PSOE, y de poco vale señalarlo como un problema una vez se ha procedido a sancionar la elección y los escogidos ya son miembros de pleno derecho. A partir de ahora se producirán suficiente­s acontecimi­entos para poder calibrar no tanto el origen de su designació­n como su actitud ante los casos que van a tener que resolver. Y es bueno que cobre sentido y se extienda la idea de que la mejor contribuci­ón que pueden hacer es desprender­se lo antes posible del marchamo de dependenci­a política. Un Estado de derecho necesita una justicia impoluta y que realmente haga honor a su nombre. No que se vea cuestionad­a cada día. Hace unos meses ya se planteó el debate sobre si era procedente o no que el presidente del TC, Francisco Pérez de los Cobos, fuera militante del PP hasta poco después de su nombramien­to como magistrado en enero del 2011. Más allá de que unos juristas que opinaron que no pasaba nada y de que otros se rasgaran las vestiduras, lo cierto es que el debut del presidente del TC estuvo marcado por una polémica innecesari­a y que fácilmente hubiera podido evitarse. Ahora llega el nuevo CGPJ y sus miembros han de estar advertidos de que no puede haber más errores que empeoren la imagen de la justicia en la sociedad española.

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