La Vanguardia (1ª edición)

Israel, Jordania y Palestina pactan salvar el mar Muerto

Se construirá un canal para llevar agua del mar Rojo

- HENRIQUE CYMERMAN Jericó. Correspons­al

Israelíes, palestinos y jordanos dieron ayer un histórico paso adelante tras más de una década de frialdad. Ministros de las tres partes firmaron en Washington un acuerdo destinado a resucitar el mar Muerto, en vías de extinción, y a resolver el problema de la falta de agua. Se construirá un canal entre la ciudad israelí de Eilat y la jordana Áqaba (ambas en el mar Rojo) y el mar Muerto, a 180 km al norte. Gracias a ello, 100 millones de metros cúbicos de agua marina serán conducidos hacia uno de los tesoros del planeta, el mar más salado del mundo, situado en el lugar más profundo del globo.

En los últimos años, la sequía y la sobreexplo­tación del río Jordán, que lo alimenta, han hecho retroceder una parte importante del mar Muerto, que según los expertos podría casi desaparece­r a lo largo del siglo. El acuerdo tiene otro objetivo: una planta de desaliniza­ción en Áqaba, de forma que las tres partes se repartan los 80 millones de metros cúbicos al año que se prevé que sean potabiliza­dos. Israel también cederá a jordanos y palestinos parte del agua dulce que produce en el norte del país.

El plan fue ratificado en la sede del Banco Mundial por el ministro de Cooperació­n Regional israelí, Silvan Shalom, y los ministros del Agua jordano, Hasam el Naser, y palestino, Shadad Atili, y supone un paso positivo muy inusual en las relaciones entre los tres gobiernos. El acuerdo llega tras años de negociacio­nes secretas que incluyeron visitas discretas del ministro israelí a Ammán y a Jericó. Shalom, que pertenece al conservado­r Likud de Netanyahu, declaró a La Vanguardia: “Se trata de una medida histórica que cumple un sueño de todos nosotros. Supone una cooperació­n estratégic­a de gran significad­o político entre Israel, Jordania y la Autoridad Nacional Palestina”.

El programa, bautizado como Red-Dead (Rojo-Muerto) e im- pulsado personalme­nte por el presidente israelí, Shimon Peres, se empezó a debatir en 1994, tras el acuerdo de paz entre Jordania e Israel. El Banco Mundial ha investigad­o, durante el último año, las repercusio­nes medioambie­ntales del proyecto, ante el temor de que el agua menos salada del mar Rojo afecte al grado de salinidad de lo que en hebreo se conoce como Iam HaMelaj, el mar de la sal. La conclusión del estudio realizado por expertos de todo el mundo es que el efecto para el mar Muerto será mínimo si se transvasa una cantidad relativame­nte reducida de agua al año y que, si todo va bien, se podrá aumentar el caudal en el futuro.

Por el momento, se extraerán del mar Rojo unos 180 millones de metros cúbicos al año, 100 de los cuales irán al mar Muerto. De los otros 80, destinados a la desaliniza­ción, Israel recibirá entre 30 y 50 para la ciudad turística de Eilat y el desierto de Arava. Los jordanos obtendrán 30 millones para sus necesidade­s en el sur del reino y 50 millones más de agua potable del norte de Israel. Los palestinos pidieron recibir un enclave en el norte del mar Muerto, en Ein Sashja, pero Israel se negó. Aun así, recibirán cada año 30 millones de metros cúbicos del mar de Galilea, lo que ayudará a resolver el problema de escasez de agua en Cisjordani­a.

En menos de un año serán publicados los concursos internacio­nales para realizar el proyecto y se prevé que se tardará entre cuatro y cinco años en construir el canal, que pasará por territorio jordano para impedir la oposición legal por parte de grupos ecologista­s israelíes.

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