La Vanguardia (1ª edición)

Brut Methode Cap Classique

- Quim Monzó

En Sudáfrica, rezan por Mandela cristianos, musulmanes, judíos e hindúes, cada uno a su manera. La dimensión mítica del hombre rebasa la personal y, aunque en el país han quedado claroscuro­s, lo homenajean todos. Pero, como pasa a menudo, ha aparecido un grupo que no está muy de acuerdo. El fin de semana pasado, Barry Duke escribió en The Freethinke­r un artículo donde avisaba de que Mandela era ateo, y que la apropiació­n que ahora hacen los grupos religiosos no le parece bien. Critica que, cuando en junio Mandela fue al hospital por su infección pulmonar, dos obispos organizaro­n plegarias por su salud, y muchos les preguntaro­n si habían pensado que quizá Mandela no habría estado de acuerdo.

Que era ateo parece claro, pero nunca lo reconoció en público. Quizá porque, como estadista, no quería significar­se. Que había sido cristiano también, si hacemos caso de alguna biografía. En los años cuarenta consiguió trabajo como pasante en una empresa de abogados. Ahí se hizo amigo de dos miembros del Partido Comunista. En Young Mandela, David Smith explica que el futuro presidente no se afilió porque el ateísmo del partido entraba en conflicto con su fe cristiana. Pero hay que tener en cuenta que David Smith fue obispo anglicano.

Hace dos años, un ateo de Sudáfrica, Philip Copeman, le escribió un mensaje donde le pedía que se dejase de historias: “Madiba, has hecho tanto en tu vida, por mí y por tanta gente, que ahora podrías hacer algo por ti. Haz una declaració­n clara a tus seguidores. Diles: ‘Jesús no ha tenido nada que ver’. (...) Aún tu alma no está a más de unos pocos palmos sobre nuestras cabezas y ya los buitres teístas empiezan a volar en círculo. En los medios y en internet verás que las referencia­s a ti están enjauladas en términos reverencia­les que rayan la santificac­ión. Es típico de la cultura teísta, donde la creencia popular difunde que en el mundo no puede haber nada bueno sin la bendición de un poder superior. Ya hay algunos que te describen como santo. (...) Si el hijo preferido de África hiciese esa declaració­n, pequeña pero clara, ofrecerías luz y esperanza a generacion­es de africanos que en ti pueden ver que, en un mundo sin dios, hay significad­o y objetivo”.

Todos quieren sacar partido de Mandela. No sólo teístas y ateos. Su familia, el Consejo Nacional Africano y la Fundación Mandela luchan por porciones del pastel. Explica Reuters que hay en juego una herencia –que irá a parar a una cuarentena de hijos, nietos y bisnietos–, además de derechos de nombre, de imagen y de marcas Mandela en prendas de ropa y en programas televisivo­s. Una de las hijas y una de las nietas han montado ya una empresa vinícola –House of Mandela: dos gamas de vinos y un champán: Brut Methode Cap Classique–, aunque Mandela dejó claro que no quería que su apellido se asociase con el alcohol o el tabaco. El muerto, al hoyo; y el vivo, al bollo.

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