La logia amazónica
Lo reconozco. Visito menos librerías (de viejo) desde que existe Amazon. A finales de los noventa, cuando buscaba los libros extrañísimos de ludolingüística que me sirvieron para inventar el país de Verbalia, llegué a ser un cliente premium de Jeff Bezos. Tenía una visa sólo para Amazon y la llevaba al límite de mi PIB particular. Aún hoy me fascina poder comprar un libro (agotado) con un clic y que me llegue a casa en menos de 48 horas desde la otra punta del mundo. Si fuese conspirador, que no es el caso, haría años que sería de la logia amazónica. He leído que sus empleados trabajan bajo una presión inhumana para que los clientes podamos ir tan bien servidos. Me ha parecido que exageraban. La competitividad siempre genera presión. ¿Quién no trabaja hoy bajo presión? La presión es como el clima: una cosa es la temperatura y otra la sensación de frío o calor. ¿Quién puede medir la sensación de presión? Los amigos del sector editorial me han intentado convencer de que Amazon, con Google y los otros enciclopedistas del siglo XXI son los grandes enemigos del libro tal como lo conocemos. También lo veo exagerado. Las cosas cambian y los libros también cambiarán.
Sin embargo, topo ahora con un caso que me predispone contra mis admirados amazónicos. Manu Palau es un emprendedor valenciano que ha creado Brain Picnic, una empresa dedicada a los juegos educativos. En dos años ha conseguido cuota de mercado. La red AVIVA, Agències de Promoció del Valencià, ha elegido uno de sus juegos. También ha decidido que este 2013 sus productos estén disponibles en Amazon. Se dio de alta a principio de año y ya tiene pedidos, dice, de Bélgica, Alemania o Luxemburgo. Pero ahora resulta que durante la temporada navideña tendrá bloqueados todos los productos. Desde el 20-N hasta enero nadie puede ni podrá comprar ningún juego de Brain Picnic en Amazon, justo en el momento de máximo consumo del sector. El motivo esgrimido es que no han conseguido suficientes ventas. Palau arguye que paga religiosamente su cuota de vendedor y que difícilmente podrá aumentar ventas si le descatalogan en plena campaña navideña. Amazon responde con unas palabras dignas de Rajoy: “Esta decisión es definitiva, por lo que futuras consultas relacionadas con este tema podrán ser no contestadas”. En una superficie finita (una tienda) entraría dentro de la lógica comercial arrinconar los productos menos vendidos en detrimento de los que todos buscan, pero en una infinita (un portal digital) no se entiende. ¿No habíamos quedado en que el mundo digital sería más justo que el analógico? La condición humana es ilógica.
Paga la cuota de vendedor, pero Amazon le bloquea todos los productos durante la temporada navideña