¿Quién fue el Che Guevara?
Quién fue el Che Guevara? La pregunta se la plantearon cuatro chicas el otro día en un Rodalies, lo cual me alegró el viaje. No por ninguna nostalgia ni por Ernesto Guevara en sí, sino porque ese preguntarse por algo inútil para el informe PISA o para la ley Wert me hizo pensar que aún estamos a tiempo.
–Un revolucionario: pimpampum, bum, ya sabéis... –¿Contra el comunismo? –¿Pero de dónde era? –De Argentina. –No, de Bolivia. –Yo creo que de Colombia. –Bueno, de América Latina. –¿Pero qué revolución? – A ver –una de las chicas echa mano del Google por el móvil.
–Era de Argentina, revolucionario en Cuba...
–Claro, Che, Che boludo, argentino, pimpampum, bum...
El psicólogo Jerome Bruner escribió en Actos de significado. Más allá de la revolución cognitiva (1990) que hay algo que nunca podrá hacer la mejor computadora: proveer de sentido a lo que nos rodea. Eso es lo que nos hace humanos mucho más allá de la capacidad de utilizar una herramienta, cosa que también saben hacer los chimpancés y no digamos los bonobos. Es imposible saber quién fue el Che sin acercarse al contexto en que emergió como icono popular y qué significó y significa para muchas personas. Pero ese camino –ese alcanzar las razones del otro– no lo muestran las matemáticas, las ciencias útiles o el lenguaje puro y duro, ámbitos de saber importantísimos pero incapaces de darnos todas las respuestas. Sabemos cómo cazar a un Bin Laden sin movernos del despacho oval global, pero desconocemos por qué a veces surgen los Bin Laden.
De todo esto PISA pasa de largo y la ley Wert pasa como apisonadora. En la Lomce, casi todo lo que nos hace humanos ha sido relegado al desván de los jarrones chinos: el arte y la música (o cómo hacerse entender por todo el mundo), la filosofía (o cómo atreverse a pensar), la ética (o cómo saber vivir y morir con los demás) y las tecnologías (o cómo cambiar una bombilla). Los datos de PISA (matemáticas, ciencias, lectura) son demoledores, pero me temo que sólo con cifras y letras no entenderemos por qué los niños chinos incluso hablan y cuentan en chino.