¡Todos a la cárcel!
José María Aznar ha hecho un inestimable favor a los partidarios del derecho a decidir
AJosé María Aznar le pierde la soberbia. Gracias a su intransigencia, al poco seny y a su espíritu carpetovetónico que no deja lugar para el diálogo, sin pretenderlo, con el paso de los años se ha convertido en uno de los principales impulsores del sentimiento independentista en Catalunya. Igual que determinados políticos (Esperanza Aguirre o Alfonso Guerra), los sectores más centralistas del PSOE, la UPyD de Rosa Díez y la llamada caverna mediática. Con su propuesta de encarcelar al presidente Mas si convoca el referéndum sobre la independencia, Aznar ha hecho un inestimable favor a los partidarios del derecho a decidir. En unos momentos de dudas, disputas y divergencias caseras entre los grupos partidarios de la consulta, el expresidente español ilumina con claridad el camino que hay que seguir: ¡todos a la cárcel!
En un contexto donde parece que en Europa los golpes de Estado militares están fuera de lugar y que la democracia (el menor de los males) está mínimamente garantizada, la imagen de un presidente elegido democráticamente detrás de los barrotes (en compañía de sus consellers) tendría un impacto incalculable y levantaría una espectacular oleada de simpatía general, porque su crimen habría sido la convocatoria de una consulta democrática. Quizá esta es la vía.
En una partida de ajedrez como la que vivimos, la mejor táctica de los partidos soberanistas sería apoyar a Mas en el Parlament para que la Generalitat convoque el referéndum unilateralmente, sin pedir permiso a nadie. Y que todos los líderes que estén de acuerdo con la consulta se autoincriminen y vayan voluntariamente a la cárcel. Lo más probable es que su estancia en la cárcel Modelo –o en cualquier penal español– sería corta y que nadie sería maltratado.
El 6 de octubre de 1934, el president Companys proclamó el Estat Català dentro de la República Federal Española como única solución posible para preservar la democracia y la autonomía política de Catalunya ante el ascenso del fascismo. En un clima de Estado de guerra dictado por el gobierno central, los militares se enfrentaron a los mossos d’esquadra que defendían el Palau de la Generalitat, hasta que Companys y sus consellers se rindieron al amanecer. Poco después se suspendió el Estatut, la Generalitat fue intervenida y Companys y sus consellers fueron condenados a treinta años de prisión.
La foto del president Companys y los miembros del gobierno de la Generalitat detrás de los barrotes se ha convertido en un icono de la lucha por la independencia, aunque el marco histórico de los acontecimientos era muy diferente del actual. Aquellos días las democracias europeas pasaban por un periodo de gran convulsión y la imagen de los políticos catalanes encarcelados no desveló el apoyo internacional. Ahora, probablemente sería diferente. Gracias a Aznar.