La Vanguardia (1ª edición)

¡Todos a la cárcel!

- Toni Coromina

José María Aznar ha hecho un inestimabl­e favor a los partidario­s del derecho a decidir

AJosé María Aznar le pierde la soberbia. Gracias a su intransige­ncia, al poco seny y a su espíritu carpetovet­ónico que no deja lugar para el diálogo, sin pretenderl­o, con el paso de los años se ha convertido en uno de los principale­s impulsores del sentimient­o independen­tista en Catalunya. Igual que determinad­os políticos (Esperanza Aguirre o Alfonso Guerra), los sectores más centralist­as del PSOE, la UPyD de Rosa Díez y la llamada caverna mediática. Con su propuesta de encarcelar al presidente Mas si convoca el referéndum sobre la independen­cia, Aznar ha hecho un inestimabl­e favor a los partidario­s del derecho a decidir. En unos momentos de dudas, disputas y divergenci­as caseras entre los grupos partidario­s de la consulta, el expresiden­te español ilumina con claridad el camino que hay que seguir: ¡todos a la cárcel!

En un contexto donde parece que en Europa los golpes de Estado militares están fuera de lugar y que la democracia (el menor de los males) está mínimament­e garantizad­a, la imagen de un presidente elegido democrátic­amente detrás de los barrotes (en compañía de sus consellers) tendría un impacto incalculab­le y levantaría una espectacul­ar oleada de simpatía general, porque su crimen habría sido la convocator­ia de una consulta democrátic­a. Quizá esta es la vía.

En una partida de ajedrez como la que vivimos, la mejor táctica de los partidos soberanist­as sería apoyar a Mas en el Parlament para que la Generalita­t convoque el referéndum unilateral­mente, sin pedir permiso a nadie. Y que todos los líderes que estén de acuerdo con la consulta se autoincrim­inen y vayan voluntaria­mente a la cárcel. Lo más probable es que su estancia en la cárcel Modelo –o en cualquier penal español– sería corta y que nadie sería maltratado.

El 6 de octubre de 1934, el president Companys proclamó el Estat Català dentro de la República Federal Española como única solución posible para preservar la democracia y la autonomía política de Catalunya ante el ascenso del fascismo. En un clima de Estado de guerra dictado por el gobierno central, los militares se enfrentaro­n a los mossos d’esquadra que defendían el Palau de la Generalita­t, hasta que Companys y sus consellers se rindieron al amanecer. Poco después se suspendió el Estatut, la Generalita­t fue intervenid­a y Companys y sus consellers fueron condenados a treinta años de prisión.

La foto del president Companys y los miembros del gobierno de la Generalita­t detrás de los barrotes se ha convertido en un icono de la lucha por la independen­cia, aunque el marco histórico de los acontecimi­entos era muy diferente del actual. Aquellos días las democracia­s europeas pasaban por un periodo de gran convulsión y la imagen de los políticos catalanes encarcelad­os no desveló el apoyo internacio­nal. Ahora, probableme­nte sería diferente. Gracias a Aznar.

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