Siempre un final feliz
Una joven pobre es cortejada por un hombre bien parecido, mayor que ella, en un lugar remoto. Es el esquema básico de la mayoría del centenar de libros que publicó Ida Pollock, la escritora inglesa que falleció el pasado día 3 en una residencia de ancianos de Lanreath (sudeste de Inglaterra). Tenía 105 años. En el 2014 se editarán las que harán el número 124 y 125 de sus obras.
Según la propia Pollock, había nacido para escribir y no dudó en ponerse manos a la obra para inventarse las historias que encandilarían a millones de lectores; más bien lectoras. Escribió durante más de setenta años y, no contenta con ello, pasó el relevo a su hija, Rosemary Pollock, que también escribe novelas románticas. Fue ella quien anunció la muerte de su madre.
Además de prolífica, Ida Pollock fue precoz; le publicaron sus primeras novelas cuando aún era adolescente. No debió de resultarle fácil teniendo en cuenta que había nacido en 1908 de madre soltera. Arrojo no le faltaba. En aquella época de primera juventud se fue sola a Marruecos –entonces un destino realmente exótico– y trabajó durante los bombardeos alemanes sobre Londres de 1940-1941.
Trabajó más intensamente si cabe cuando su marido, Hugh Pollock, sufrió en 1950 la bancarrota de su editorial, en la que nunca publicó las obras de su mujer. Pollock había estado casado con la también escritora de libros juveniles Enid Blyton, que vivió nu-
Viajó sola siendo joven por Marruecos después de haber empezado a publicar de adolescente
merosas aventuras hasta que él se decidió declararse adúltero para obtener el divorcio y poder casarse con Ida Crowe.
Su única hija, Rosemary, reconocía que escribir era la pasión de su madre, que sólo cuando escribía era ella misma. A pesar de que el éxito le llegó con las historias románticas no fue esa su orientación inicial. “Creo que le habría gustado ser autora de novela policiaca”, declaró su hija a la agencia Ap. En sus inicios escribió la historia de una japonesa que estrangulaba a su amante en un jardín con su propio pelo. La madre de Ida le sugirió: “¿Por qué no escribes algo bonito?”. Y se dedicó a la novela romántica con final feliz. / Redacción