Universidad y turismo
El 15 de noviembre, poco después de que Artur Mas, el presidente de unos gobiernos que han batido récords en los recortes de la financiación de las universidades públicas (30%) y en las partidas destinadas a I+D (27%), presumiera en Israel de la sociedad del conocimiento catalana, el economista Guglielmo Forges Davanzati publicó en la revista Micromega el artículo Più turismo, meno università. Cuando Artur Mas acababa de volver de promocionar Catalunya como destino turístico en la India, Marialuisa Stazio le respondió desde Roars, un blog dedicado a las políticas de enseñanza superior e investigación, con una entrada titulada Più università, più turismo.
Forges Davanzati hablaba de los recortes en el sistema educativo de los últimos gobiernos italianos y ponía en entredicho la tesis oficial que los justifica escudándose en razones meramente presupuestarias. Constataba que la comparación de este tijeretazo con el aplicado a otros sectores muestra que es una justificación falsa y que, en este caso, los recortes responden no a razones de orden técnico, sino a una decisión política relacionada con el modelo de especialización económica que se pretende aplicar en Italia. Para describir este modelo citaba otro economista, Luigi Zingales, de la Universidad de Chicago: “Hay cuatro mil millones de chinos y mil millones de indios que quieren ver Roma, Florencia y Venecia. Nos tenemos que preparar por eso. Italia no tiene un futuro en la biotecnología, puesto que, por desgracia, nuestras universidades no están en el nivel, pero tiene un futuro en el turismo”. En Italia se ha hablado mucho de esta propuesta que algunos han descrito como la apuesta por convertirla en un país de camareros. Sin caer en la caricatura, Forges Davanzati alertaba sobre los efectos nefastos de una política miope de especialización económica.
En su respuesta, Marialuisa Stazio compartía la afirmación sobre el carácter político de los recortes, pero descartaba que tuvieran que ver con la especialización en el turismo. Stazio, experta en el estudio de los productos culturales como elementos de de ventaja competitiva en la economía global y en el mercado turístico, se lamentaba, además, de que Forges Davanzati hubiera pasado por alto el papel de la universidad en la investigación relacionada con la preservación, mejora y valorización del patrimonio histórico, artístico, natural y paisajístico. Stazio no se equivocaba al decir que el sector turístico no son sólo los camareros. Pero también pasaba algo por alto: las nuevas reglas de juego que se están estableciendo en las universidades europeas convierten los estudios y la investigación directamente vinculados con los sectores productivos con más peso real o estratégico en la economía local en especies invasoras que amenazan la biodiversidad académica y que, entre otras muchas cosas, pueden condenar a la desertización territorios, como las humanidades, en que sólo podrán sobrevivir ciertas especies mutantes.