Anna Calvi pasional
La artista indie presenta ‘One breath’ en el Festival del Mil·lenni
La segunda píldora musical del Festival del Mil·lenni promete emociones intensas. Después de un arranque que no dejó nada insatisfecha a la numerosa afición de Mark Lanegan, hoy es el turno de Anna Calvi, considerada una de las artistas más inquietas de la escena indie rock. Después de sorprender en su estreno discográfico con un álbum que transpiraba intensidad emocional a raudales, no exenta de épica, hace un par de meses ha publicado One breath (Domino), un disco donde reincide en algunas de sus coordenadas, aunque mostrando un mayor riqueza instrumental y un abanico sonoro más amplio. Pero como siempre es más aconsejable disfrutarla en directo, donde exhibe su verdadero potencial, hoy es una buena oportunidad porque se la podrá ver y escuchar en la sala 2 de Apolo (20.30 h), dentro del Banc Sabadell Festival del Mil·lenni.
Los adjetivos inquieta y creativa, en esta ocasión, también pueden ir acompañados del de “insólita”, en el sentido más amplio del término, y es que la música, cantante y guitarrista británica cumple todos los requisitos: practica una suerte de art-rock atípico en estos tiempos y su propia manera de ser parece dar la razón a los que la califican de heterodoxa. Así que no debería sorprender que hablar con ella sea algo muy instructivo porque obliga a variados ejercicios de paciencia, comprensión, traducción e interpretación. Parca hasta la extenuación, Calvi (1980) comenta lentamente desde el otro extremo del hilo telefónico que aunque One breath esté producido por John Congleton, grabado en Francia y mezclado en Texas, “siempre tuve claro el ti- po de sonido que quería para el álbum y por eso seguí muy de cerca todo el proceso. Con John estuve hablando del disco prácticamente con un año de antelación, y el resultado final parece que ha desconcertado a los críticos. Una de las cosas que más me gustaron de trabajar con él fue que a John le gusta hacer las cosas de manera veloz... De hecho, One breath lo grabamos sólo en seis semanas, y su rapidez me fue bien por-
Los conciertos de la artista británica se caracterizan por la mezcla de intensidad y sosiego emocional
que impidió que yo estuviera dando infinitas vueltas a los detalles más pequeños como me ocurrió en mi primer disco”, confiesa en tono monocorde. “Con lo que quería experimentar realmente era con sonidos mucho más pesados que con mi obra anterior, sobre todo a la hora de tocar la guitarra. Bus- caba una sonoridad guitarrera dramática, más que algo como simple acompañamiento que es lo que suele hacerse”.
La buena acogida que registró en su debut discográfico –con elogios de Brian Eno y comparaciones con Patti Smith, PJ Harvey o Florence Welch– no parece haber alterado los objetivos de esta música, hija de padres italianos. “No me sentí en absoluto presionada por el supuesto éxito de mi primer disco. No vendo millones de copias ni trabajo en una gran compañía... Mi único objetivo era hacer una buena obra, buena música. De hecho, tengo claro que si aspirase a tener lo que se entiende por éxito comercial, no estaría componiendo e interpretando este tipo de música”.
El tercer elemento de su cautivadora propuesta artística (junto a su vis compositiva y su habilidad guitarrera) radica en una voz que algunos califican de fascinante. La clave está en que más que cantar, Calvi proyecta una fuerza vocal con la que eleva la tensión de sus canciones hasta extremos impresionantes. Pero, en ese mismo álbum que presentará esta noche en Barcelona acompañada de tres músicos, también incluye composiciones impregnadas de una ternura desarmante. “Creo que para proyectar algo intenso y apasionado no tienes que hacerlo obligatoriamente con un volumen muy alto; creo también que es sabido que cantar de una forma suave puede ser mucho más efectivo que hacerlo alto”. Este equilibrio es precisamente lo que gravita a lo largo de un álbum que es emocionalmente muy variado: “sí, también esa era un poco mi idea. La de buscar un diálogo entre lo calmado, lo tensado y lo directamente salvaje... y creo que en esta lucha la guitarra permite más juego que la voz”.