Compromiso de todos
La formación inicial de los maestros comparte el reto de formar hoy para ejercer en un mañana que será, sin duda, significativamente diferente. Considerando el enorme proceso de transformación de la sociedad y la importancia que debemos dar como país a la educación, el objetivo parecería casi inalcanzable. En este entorno, además del candidato, hay dos agentes principales: el sistema educativo obligatorio y la universidad. El primero aporta formación básica y el testimonio o modelo profesional de los maestros. El segundo, favorece el desarrollo personal y ciudadano y cultiva las competencias necesarias. Ambos tienen que compartir, profundizar y transferir las buenas prácticas del arte y la ciencia del enseñanzaaprendizaje y de la educación.
La defensa y la mejora de la educación implica hacer una opción para conseguir un nivel de excelencia desde el inicio de la actividad docente de los noveles. Pero en una situación profundamente cambiante y con una fotografía de la realidad educativa escolar insatisfactoria eso no resulta nada fácil. Se buscan los factores esenciales –de casa o foráneos– que hagan posible este objetivo. Hace tiempo que tenemos un amplio debate sobre esta cuestión. Sin
Hay que lograr un nivel de excelencia desde el inicio de la actividad docente de los noveles
ninguna renuncia a la observación, investigación y experimentación de las mejores propuestas, también hay que situar este hecho como una prioridad cultural del país, es decir, cambiar de paradigma. Es lo que toca y toca a todo el mundo porque esta prioridad no queda al margen de muchas decisiones habituales y de prácticas generalizadas.
¿Por dónde empezar? Como mínimo podemos comprometernos en seis acciones concretas: 1) Hablar y actuar sobre los maestros con respeto y agradecimiento, y que las generaciones de los más pequeños lo oigan y lo vean. 2) Más allá de la polémica de las leyes, los recortes o similares, desarrollar el hábito del verdadero diálogo y conocimiento sobre la educación, del tesoro que significa para cada persona, para cada pueblo y para el futuro de la humanidad. 3) Favorecer que los adolescentes y jóvenes puedan desplegar actividades y experiencias en contextos educativos diferentes a la escuela y que estas estén bien orientadas y valoradas. 4) Que ante un estudiante de bachillerato con un expediente académico brillante, los padres, tutores y orientadores de los centros recomienden el grado de educación con la misma pasión y énfasis que otros “típicamente previstos para estudiantes de nivel”. 5) Presentar el magisterio como una profesión de hombres y de mujeres. 6) Afirmar con convencimiento que la educación de los niños y niñas requiere tanta competencia como la formación de los universitarios. Sí, un reto que pide el compromiso de todos para que nazca una nueva cultura sobre el maestro.