El Barça pierde la cabeza y se deja media Liga en Anoeta
Un Barça de rebajas cede el liderato en un noche pésima
San Sebastián Gerardo Martino expulsado, el Barça humillado, el liderato perdido. La visita a San Sebastián volvió a ser una pesadilla para un equipo que no fue digno de este nombre. Fue un grupo inconexo de futbolistas sin nervio y sin objetivo, sometido a las revoluciones de un adversario más entusiasta, penalizado por un planteamiento nefasto.
Martino se complicó la vida en un territorio donde no se permiten muchas licencias. Había encontrado una fórmula eficaz con el dibujo de cuatro centrocampistas y el sábado reiteró que ya ha pasado el momento de practicar grandes revoluciones en la alineación. Sin embargo, en Anoeta practicó seis cambios respecto a la alineación de Manchester. Y no sólo eso, sino que se puso a experimentar situando a Song en la demarcación de medio centro desplazando a Busquets al interior derecho. Ensayar drásticas novedades tácticas en el campo en el que has sumado un mísero punto en las tres últimas visitas no parece lo más sensato cuando el día anterior has afirmado que perder en San Sebastián “sería imprudente”. Tal vez Tata quisiera sorprender a Arrasate después de los dos últimos enfrentamientos en la Copa. Sea como sea, la actuación azulgrana resultó gris, carente de ritmo y profundidad, y la Real, que había tramado defender a ultranza con el mínimo desgaste físico, fue creciendo hasta convertirse en un gigante.
Producto de la eliminatoria de Copa, el clima de Anoeta fue tremendamente hostil, pero el conjunto donostiarra no se dejó arrastrar por las emociones y obró con una gran prudencia táctica. Regaló la pelota, cerró espacios y se puso a caminar a la milanesa. De todas maneras, el Barça parecía haber extraviado la parte del reglamento que dice que la finalidad es marcar gol, una acción que consiste en encajar el balón en la portería. Casi veinte minutos se hizo esperar la primera aproximación azulgrana, fruto de un gran combinación entre Pedro e Iniesta que el canario definió demasiado alto. Poco después, coincidiendo con dos remates de Vela, la Real se convenció de que el Barça estaba fuera de sitio, de que Busquets navegaba, Song naufragaba y Neymar, titular por primera vez en la Liga este año, no se había presentado. Como si se encontrara encorseta- do por la toga del juez Ruz. Además, el conjunto de Arrasate tenía ganas de hacer algo grande.
La afición intuyó la gesta, creció con el equipo, y el Barça sucumbió de nuevo a un córner. Song se marcó un autogol con el pecho en su intento por obstaculizar el remate de Elustondo. Aunque Messi, que ha marcado en los cinco últimos partidos, aplicó un parche provisional colocando el empate al culminar una combinación con Montoya. Eso concedió oxígeno al Barça para llegar al descanso con un único sobresalto, el provocado por una descomunal pifia en un despeje de Piqué, que dejó el esférico en ban-
NERVIOS DISPARADOS Martino fue expulsado en el túnel de vestuarios y Pautasso dirigió durante el segundo acto
ENSAYO FALLIDO El técnico situó a Song como medio centro y a Busquets como interior en el peor escenario
deja a pies de Vela, aunque el mexicano perdonó.
Casi milagrosamente, el Barça había eludido una debacle, pero los nervios del entrenador no lo soportaron. En la segunda parte, sin cambios a pesar del cariz que habían tomado los acontecimientos, apareció Pautasso dirigiendo al equipo en el área técnica. Mar- tino había sido expulsado en el túnel de vestuarios. Y el encuentro enloqueció, exactamente como pretendía la Real. El Barça perdió lo único bueno que había mostrado, la posesión de la primera media hora, se enfrascó en un ataque estéril y se expuso a los fulminantes contragolpes locales. En cinco minutos Griezmann y Zurutuza firmaron la sentencia, y los de Martino, encogidos, desconocidos, superados por un duelo que no supieron llevar a su terreno, no mostraron capacidad de reacción. La entrada de Cesc por Song no sirvió para reparar el colosal estropicio. Tampoco la sustitución de Montoya por Alexis que dejó al Barça con una defensa de tres unidades. Y esta vez no hay partido intersemanal para esconder lo sucedido debajo de la alfombra.