Los banqueros se sienten amenazados
De profesor de Biología a empresario de la marihuana. Tim Cullen, dueño de dos tiendas y explotaciones, hace cinco que congeló su plaza en un colegio de bachillerato de Denver. Todo empezó porque a su padre le diagnosticaron la enfermedad de Crohn, una dolencia crónica de origen desconocido. Para soportar los dolores intestinales le dieron la red card o tarjeta roja de acceso al cannabis terapéutico. Eso puso a Tim en contacto con ese mundo. Se metió de pleno cuando a él le diagnosticaron lo mismo. Como exponente de este negocio, Tim cuenta la estricta revisión que se hace de su historial personal y financiero, 600 páginas, para hacerse con una licencia del sector. Y se revisa cada año. Esta es una manera de controlar que ninguno se relacione con los narcos. Otro recurso consiste en la supervisión de las plantaciones y sus producciones. Hay una tercera vía, cuya operatividad se halla en manos de los legisladores federales. Como la marihuana está incluida en la lista de sustancias prohibidas, los bancos se niegan a colaborar con las empresas. “Si no tienes cuenta bancaria –explica Cullen–, no puedes utilizar cheques o tarjetas. Por esto este negocio es en efectivo. Estamos esperando que el Congreso apruebe una propuesta que garantice la seguridad de los bancos a la hora de coger el dinero de nuestro negocio”. Queda claro que el cash resulta mucho más complejo de rastrear. El viernes de la semana pasada hubo un momento de euforia. El Departamento de Justicia y la Ofici- na de Delitos Financieros emitieron una guía en la que autorizaban a los bancos para ofrecer servicios a la industria de la marihuana, pero se les conminó a seguir informando de cualquier actividad sospechosa. Los banqueros replicaron de inmediato. “No vamos a colaborar porque las instituciones financieras sabemos que todavía podemos tener problemas por aceptar dinero de las transacciones de la marihuana, seguimos expuestos a acciones civiles y criminales”, explica Jim Reuter, vicepresidente ejecutivo del FirstBank, el segundo banco más grande de Colorado en cuota de mercado. Lo ilustra con un ejemplo: “Esto es como que te digan que circules a 140 kilómetros por hora cuando la ley siguen siendo de 105. Te pones a 140 y te juegas el permiso cuando un policía te para y te dice que han hecho otra norma en la que se ha vuelto a los 105 kilómetros”. Según su criterio, para que los bancos se sientan realmente autorizados, se ha de enmendar la regulación vigente. “Al continuar siendo ilegal la marihuana a escala federal –añade Reuter–, se presiona mucho al sistema bancario. Según la guía, hemos de disponer de recursos para hacer de vigilantes”. Quien tiene un vigilante con pistola bien visible es Tim Cullen en una de sus tiendas. “No estamos legitimados para tener cuenta bancaria –subraya Cullen–, pero sí para pagar impuestos. Esto ha de solucionarse antes de que nos roben o de que alguien resulte muerto. Tenemos mucho cash. Si roban los 7 Eleven a menudo por 20 pavos, esto es más atractivo”.