“Duran no dejará la política jamás”
Hace unos meses, cuando se convocó el congreso extraordinario de Unió Democràtica, se dispararon los rumores sobre la posibilidad de que el 22 de febrero Josep Antoni Duran Lleida anunciara su retirada de la política. Comentando ese rumor, un experimentado político de nombre Jordi Pujol comentó en un corrillo: “Duran es un animal político y no dejará la política jamás”. Y efectivamente, el congreso celebrado ayer ha desmentido todos los rumores y sobre todo ha reforzado el partido Unió Democràtica de Catalunya como instrumento y como ac- tor principal de la política catalana, con estrategia propia ante los acontecimientos históricos que se avecinan. Hasta hace poco tiempo, el debate en CiU se centraba en la fusión de los dos partidos que componen la coalición/federación, y de eso ya no habla nadie. La incógnita se centra más bien en calcular cuándo Unió Democrática emprenderá el vuelo por su cuenta, y eso depende, por supuesto, de cómo evolucionen los acontecimientos y de su capacidad para afrontarlos. Por eso el partido se refuerza internamente y lo ha hecho con una demostración de disciplina que le ha permitido a Duran Lleida lograr todos sus objetivos como Helenio Herrera: sin bajar del autocar. El fenómeno tiene su enjundia porque Duran se había convertido por méritos propios en el líder más controvertido del catalanismo y ahora se ha comprobado que las críticas que recibe son casi todas de sus adversarios.
Unió se declara soberanista, pero han salido derrotadas las enmiendas que pretendían equiparar la soberanía de Catalunya con la de Dinamarca. Excepto en el breve mandato de Francesc Macià, la política catalana siempre ha estado dominada por partidos que defendían la máxima soberanía sin traspasar el límite de la independencia: la Lliga, buena parte del mandato de Esquerra Republicana durante la República y Convergència i Unió. Ese espacio es el que siempre ha pretendido liderar Duran Lleida y Unió Democràtica y las circunstancias les han llevado a pensar que se encuentran ante su gran ocasión. Si Convergència Democràtica confirma su evolución hacia el independentismo, no hay duda de que Unió intentará ocupar el espacio que ha ocupado Convergència i Unió en los últimos 34 años. Qué paradoja, Duran aspira a desempeñar en el siglo XXI el mismo papel que ejerció Jordi Pujol en el siglo XX. El problema estriba en que Duran no cuenta de momento con los interlocutores que tuvo Pujol. La duda reside en saber si el país se conforma con lo de antes y si los gobernantes españoles son los suficientemente audaces como para aprovechar la última oportunidad que les ofrece Duran.