HOLLYWOOD
El gran tabú se resquebraja
Que la observancia moral de los cómicos era laxa fue una especie de singular éxito en la España del nacional catoli-cismo, de modo que lo que contaba Hollywood Babilonia (Tusquets), célebre relato del abandono firmado por Kenneth Anger sobre los excesos dinosiacos del star system, venía a ser la prueba irrefutable de que se empieza con las inquietudes culturales y se acaba mal encamado con vaya usted a saber quién. Para el común, el alcoholismo, la drogadicción, la promiscuidad e incluso la homosexualidad masculina siempre han formado parte de los pecados que adornaban el talento y la creatividad, por explicarlo como si Oscar Wilde estuviera leyendo estas líneas. La homosexualidad femenina, en cambio, tanto en Hollywood como fuera de él, siempre ha vivido en el tabú, integrada en lo inefable, lo ominoso, aquello a lo que se teme al punto de negarle la existencia de la forma más evidente: evitando siquiera su mención. Hoy sa- bemos que Joan Crawford, Greta Garbo, Marlene Dietrich y muchas otras –ocultas a través del Club de Costura, pues la homosexualidad estaba prohibida en Hollywood por contrato– amaron con arrebato a otras mujeres, y hay fundadas sospechas cuando no testimonios directos de que mitos eróticos masculinos como Marilyn Monroe o Rita Hayworth probaron el fruto prohibido.
Esta semana, el asunto ha vuelto a ponerse de actualidad por la salida del armario de la actriz Ellen Page. No es la primera ni la más famosa en hacerlo, aunque es una de las más jóvenes estrellas que decide confesar su preferencia sexual. En general, las que la han antecedido, haciendo pública su opción sexual, a menudo lo han hecho a una edad más avanzada. Cuando ya era difícil que fueran llamadas para protagonizar una comedia romántica, por decirlo de forma expresiva. Page, que ayer cumplió 27 años, conoció la fama y el reconocimiento internacionales cuando ya llevaba una década en el cine, con su celebrada protagonista en Juno (2007), de Jason Reitman –película no exenta de controversia, porque su apuesta por la maternidad fue entendida en algunos sectores como una conservadora apología antiabortis-