La Vanguardia (1ª edición)

“Lo más difícil fue superar el prejuicio de que era imposible”

Manuel Serrano y María Abad, Centro Nacional de Investigac­iones Oncológica­s

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Cuando Manuel Serrano y María Abad explicaban a sus colegas lo que querían hacer, les contestaba­n: “Es imposible, no lo conseguiré­is”. Querían crear células madre como las embrionari­as en el cuerpo de animales adultos. Es lo que en biología se llama reprograma­r: hacer que una célula que ya está programada para formar parte de la piel o del hígado, por ejemplo, vuelva a ser igual que cuando formaba parte de un embrión. El japonés Shinya Yamanaka lo había logrado en cultivos celulares de laboratori­o y ganó el Nobel de Medicina por ello. Serrano y Abad pensaron que, si hacían lo mismo en el cuerpo de un animal, tal vez podrían utilizar las células reprograma­das para regenerar órganos y tejidos, lo que podría ser útil para tratar enfermedad­es hoy incurables. Su investigac­ión ha sido reconocida por la revista Nature Medicine como el avance más importante que se ha hecho en el mundo en células madre en el 2013. “Lo más difícil –recuerdan– fue superar el prejuicio de que lo que

Serrano y Abad han abierto una nueva vía en los estudios de medicina regenerati­va “Regenerar podría ser útil para tratar lesiones medulares o el corazón tras un infarto”

intentábam­os era imposible”.

¿No sería mejor crear las células en el laboratori­o e implantarl­as después en los tejidos que quieran regenerar? Manuel Serrano: Es una estrategia que se ha intentado y que hasta ahora no ha funcionado. Se cultivan células madre in vitro, se injertan en órganos enfermos y los resultados son decepciona­ntes.

¿Por qué no funciona? M.S.: Porque un órgano no se compone sólo de células de un mismo tipo. El hígado, por ejemplo, tiene estructura­s, vasos sanguíneos, conductos biliares… Podemos generar células hepáticas in vitro pero, cuando se injertan en un hígado real, mueren. ¿Cómo solucionar­lo? M.S.: Nos preguntamo­s si sería posible generar las células madre directamen­te in vivo. No controlarí­amos las condicione­s de las células tan bien como in vitro pero, si funcionaba, evitaríamo­s el paso crítico del injerto.

¿Por qué sus colegas les decían que era imposible? María Abad: Porque los cambios que se producen en nuestro cuerpo a lo largo del desarrollo van en una dirección, que es la diferencia­ción de las células. Es decir, las células se vuelven más especializ­adas. La reprograma­ción va en la dirección contraria, que es la de hacer las células más versátiles. M.S.: A veces tenemos ideas preconcebi­das que se basan en el sentido común, pero no en datos concretos. Asumimos ideas que no son ciertas y que limitan nuestra manera de pensar. M.A.: Como se creía que era imposible, nadie lo había intentado.

¿Ustedes pensaron desde el principio que sería posible? M.S.: Yo pensaba que era muy improbable que funcionara, pero creía que valía la pena intentarlo. Y María tuvo el gran mérito de no rendirse cuando las cosas no le salían.

¿Pensaron en dejarlo? M.A.: Al principio se nos morían los ratones. Es fácil desanimars­e cuando llevas meses trabajando, no nadie consigues a tu alrededor ningún está resultado conven- y cido M.S.: de Yo lo incluso que haces. llegué a decirle que ¡Menudo abandonara director el proyecto. de investigac­ión! M.S.: Es que, en proyectos difíciles, dudas todos y de pasamos entusiasmo. por Parte fases de de mi consiste trabajo en ver como las cosas jefe de con grupo perspectiv­a yecto no y va avisar a ninguna cuándo parte. un pro- Por suerte María me convenció de que aún quedaban pruebas que debíamos intentar.

¿Por qué insistió en seguir? M.A.: Le había dedicado tanto tiempo a este proyecto que me resistía a darlo por acabado sin haber llegado al final. Además, si salía bien, podía ser muy importante. Así que con Manolo dijimos: “Vamos a intentar que no mueran los ratones y a ver qué pasa”.

¿Y qué pasó? M.A.: Que, activando cuatro genes de manera transitori­a, apareciero­n células madre con caracterís­ticas embrionari­as en múltiples órganos. ¡Habíamos demostrado que la reprograma­ción in vivo era posible!

¿Qué se podrá hacer con estas células? M.S. La aplicación más atractiva es la de regenerar tejidos dañados. Podría ser útil, por ejemplo, para tratar lesiones medulares o para regenerar el corazón tras un infarto. Pero aún no hemos llegado al punto en que podamos ofrecer estos tratamient­os.

¿Qué falta? M.S.: Falta aclarar si podemos convertir las células des -diferencia­das en los tipos de células que deseamos de manera controlada. Y falta demostrar que los resultados que hemos observado en ratones se pueden obtener también con células humanas.

Diferentes equipos científico­s están explorando estrategia­s distintas de medicina regenerati­va. ¿Qué garantías tienen de que la que ustedes han desarrolla­do será la mejor? M.A.: Nadie sabe qué estrategia será mejor. Cuando nos enfrentamo­s a un problema complejo como este, lo mejor es atacarlo desde varios ángulos. M.S.: Ahora mismo no se puede decir qué tratamient­o de medicina regenerati­va acabará siendo útil para los pacientes. En el punto en que estamos, hay que investigar­los todos.

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DANI DUCH María Abad y Manuel Serrano observan una placa de cultivo en su laboratori­o del CNIO

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