Los Blatter en el paraíso suizo
El sobrino del presidente de la FIFA gestiona en Zug derechos de televisión del Mundial sin tributar
Cualquiera que se dé una vuelta por el pueblo suizo de Zug, a media hora en tren de Zurich en la orilla del espectacular lago Zugsee, quedará sorprendido por la cantidad de letreros anunciando las oficinas de corporaciones multinacionales: Burger King, Subway, Johnson & Johnson, BASF, AstraZeneca, British American Tobacco, Siemens, Price Waterhouse Cooper, AOT Trading, Glencore Commodities... Y miles más. Zug tiene 19.000 habitantes y 30.000 empresas registradas.
Y en un lugar anodino de la calle Grafenauweg aparece el nombre de Infront Sports & Media AG, una de las empresas socia y cliente de la FIFA en el reparto de los jugosos beneficios generados por la Copa del Mundo de fútbol. Infront Sports & Media AG realiza mercadotecnia global y gestiona la venta de los derechos de televisión en Asia, así como parte de la distribución de entradas. Al lado, en Grafenauweg, su filial: FIFA Films.
¿Por qué tanto interés en establecerse en Zug? Pues porque este pequeño cantón suizo es un paraíso fiscal. Ofrece un impuesto de sociedades de sólo el 8,8% si se trata de una empresa privile
giada. Si negocias bien con el muy accesible gobierno del cantón, lo más probable es que no pagues nada.
Zug es uno de los destinos más solicitados para las estrategias de ingeniería fiscal global adoptadas por las multinacionales. La FIFA, una organización supuestamente sin afán de lucro, aprovecha tener una sede en Zurich para reducir su factura tributaria a sólo 10 millones de euros, sobre unos ingresos anuales de 1.000 millones. Se calcula que la FIFA ingresará unos 4.000 millones de euros en el Mundial de Brasil, principalmente por acuerdos de patrocinio y mercadotecnia con grandes empresas multinacionales.
Infosports, una empresa con ánimo de lucro, ha dado un paso más allá hasta el paraíso fiscal más generoso de Suiza.
Si resulta extraño que ni la FIFA ni su principal socio comercial paguen muchos impuestos sobre los pingües beneficios generados por el Mundial , la información sobre los ejecutivos de Infosports en el registro mercantil de Zug acaso llamaría aún más la atención.
El presidente de Infront es Philippe Blatter, el sobrino del presidente de la FIFA, Sepp Blatter. “Tener a tu sobrino al mando de la empresa que se hace con un buen contrato pues... te da una alegría”, ironizó Mark Pieth, catedrático de Derecho y experto en gobernación corporativo de la Universidad de Basilea, que ha encabezado una comisión encargada de reformar la FIFA.
“Blatter me dijo que él no parti- cipaba en la decisión, pero es un ejemplo más de la absoluta falta de sensibilidad hacia temas de gobernación ética”, dice Pieth. La FIFA “debería tener una política para evitar conflictos de interés, y no la tiene”, coincide Sylvia Schenk, de la oenegé Transparency International. “La FIFA e Infront no van al Caribe, pero utilizan los mismos trucos que las empresas multinacionales para evitar impuestos”, dijo Pieth en una entrevista mantenida el mes pasado durante el Foro Económico Mundial de Davos.
Zug ya conoce los escándalos del fútbol internacional. La empresa ISL/ISM, que fue socia de
MALAS PRÁCTICAS Mark Pieth: “La FIFA e Infront utilizan los trucos de las multinacionales para evitar impuestos”
la FIFA en la mercadotecnia global del Mundial, fue investigada tras suspender pagos en el 2001. Los fiscales de Zug descubrieron que había pagado sobornos por un total de 138 millones de francos suizos (unos 113 millones de euros). Entre los beneficiarios se encontraba el entonces presidente de la FIFA, João Havelange, y su cuñado, Ricardo Teixeira, entonces presidente de la Federación Brasileña.
Ingeniería fiscal, sobornos, nepotismo. No es de extrañar que la FIFA sea uno de los blancos de las protestas en Brasil. Dilma Rousseff, la presidenta brasileña, hizo escala en Zurich de camino al foro de Davos para intentar limar las asperezas. Pero lo cierto es que, para hacerse con la nominación, Brasil, al igual que todos los candidatos, ofreció enormes exenciones tributarias a la FIFA y a sus patrocinadores corporativos en una batalla autodestructiva por hacerse con el torneo. “Hay un fenómeno de burbuja en los paraísos fiscales antes de grandes eventos como el Mundial”, dice John Christensen, de Tax Justice Network. “Nadie está pagando impuestos; ni FIFA ni las multinacionales que patrocinan el Mundial”. En muchos casos, el círculo se cierra en Suiza . Multinacionales patrocinadoras del Mundial, como Johnson & Johnson, tienen su sede europea en Zug o, en el caso de McDonald’s, en Ginebra. Coca Cola prefiere las Islas Caimán. Todo para eliminar la factura tributaria.
En Brasil, al borde de una crisis fiscal, eso no parece juego limpio. La FIFA “debería haber pagado 1.000 millones de reales (400 millones de euros) en impuestos”, dijo Romário, el exjugador del Barça , ahora diputado y crítico acérrimo de la FIFA. “Pero no van a pagar nada”.