Dame más gasolina
Con las becas del Open RACC, la Federació, el RACC, Monlau y Genikart dan un nuevo impulso al vivero catalán estancado con la crisis
Hubo un tiempo no muy lejano, cuando Fernando Alonso era campeón del mundo, en el que las pistas de karting eran un hervidero. Cada fin de semana, niños y adolescentes quemaban ruedas y gasolina para seguir los pasos del héroe asturiano. Pero desde el 2008, con la llegada de la crisis, los kartódromos se han ido vaciando. Hoy día, el número de licencias del karting, el parvulario del motorsport, se ha reducido por tres respecto al 2006 (188 en el año del segundo título de Alonso, por las 62 del 2013) en Catalunya, la que fue primera potencia del automovilismo de base en España y parte de Europa.
El karting catalán, ese vivero
AYUDA Y FORMACIÓN Los niños del Open RACC corren a coste cero y reciben formación viaria, en valores y en pilotaje
UN DESCENSO PREOCUPANTE La crisis y la carestía del karting vacía las pistas; en 8 años las licencias se han reducido a un tercio
donde se han cultivado excelentes perlas del volante, vive días de penurias, con escasa proyección, las parrillas medio vacías, la veintena de circuitos anticuados, y una ausencia inquietante de inversión. Dos factores justifican el retroceso: la crisis y la desmesura en una especialidad cara. La paralización que ha afectado a casi todos los bolsillos no necesita presentación. El irracional fenómeno de autoinmolación del karting, sí.
La afición por el karting se convirtió en locura. Si el niño podía ser el nuevo Alonso, todo esfuerzo valía la pena. El karting vivía su particular burbuja: venga comprar motores más potentes, y chasis, y ruedas, y alquilar pistas para entrenar, y viajes por España, y por Europa... “Aquello era una salvajada. Había gente que hipotecaba la casa para que el niño corriese. Llegaban a pagar 5.000 euros por un mo- tor para una carrera, al final ganaba quien más dinero tenía, y además era inasumible”, cuenta Ramon Izquierdo, gerente de la Federació Catalana d’Automobilisme (FCA), que quiso poner freno a la desmesura. El año pasado fiscalizó el dispendio limitando el uso de motores y ruedas, y algunos padres o preparadores optaron por llevarse a los niños a curtirse en campeonatos abiertos. En Catalunya, para fomentar una competición más igualada y ajustada económicamente, los motores son iguales para todos, se sortean y se intercambian. “Hubo una notable fuga de niños a campeonatos de Valencia y Aragón, donde cada uno lleva lo que quiere; nos afectó mucho”, admite Izquierdo. La FCA asistía con preocupación al descenso de licencias. “Habíamos sido la primera comunidad, con un 40% de pilotos y pruebas, y nos hemos quedado atrás”.
Y la carestía del karting ni mucho menos se ha frenado con la crisis. “Correr una carrera internacional por menos de 6.000 o 7.000 euros no se puede, sin contar los gastos de viaje y alojamiento”, deta-
lla Genís Marcó, propietario de Ge- nikart, con más de 20 años de experiencia en el karting. “Sólo la inscripción vale 600 euros, más 1.200 en ruedas... Por una carrera europea te piden entre 10.900 y 12.000 euros; es insostenible”. Completar el campeonato de Europa, con cua- tro carreras, sale por unos 30.000 euros, y el de España, por 25.000. “Con la crisis, la gente se ha quedado sin dinero para continuar en el karting”.
Y ahí aparece la Federació Catalana, el RACC, la escuela Monlau y Genikart, que crearon hace seis años el Open RACC, un certamen promocional para niños de 7 a 11 años, sin experiencia en competición. Hasta el año pasado, participar en este torneo salía por 290 euros por carrera. Sólo cubrieron 10 plazas. Así que este año, la Federació decidió crear la Beca FCA que cubre todo el coste, excepto el casco y el collarín protector, que deben aportar los pilotos. “Se ha hecho para intentar que vengan más niños, sino los campeonatos de Catalunya se quedan sin pilotos”, argumenta Genís Marcó. En su primer año se han completado las 15 plazas y ha habido 25 peticiones más.
La beca –financiada por la Federació y el RACC– cubre la totalidad del coste para participar en las 5 carreras del Open RACC, que asciende a 90.000 euros, además de los mecánicos, que asume Monlau con sus estudiantes en prácticas. Además de beneficiarse económicamente, los niños reciben una formación con valores: la prioridad de la escuela, la seguridad viaria, la superación personal y la cultura del esfuerzo. Al final no gana el que vence en más carreras, sino quien demuestra más progresión. Quizás no habrá muchos cracks, pero habrá mejores personas.