El Papa conforta a las víctimas del tifón ‘Yolanda’ en plena tormenta
Una joven voluntaria muere tras la misa al caer parte del escenario por el viento
Había de ser uno de los momentos culminantes de su viaje a Filipinas y el papa Francisco sentía el deber de cumplir la cita. Pese a la tormenta tropical que se avecinaba, voló a Tacloban, en la isla de Leyte, para presidir una misa y confortar a los supervivientes del mortífero tifón Yolanda (o
Haiyan) y del terremoto de Bohol, ambos desastres ocurridos en el 2013. El Pontífice pudo oficiar la ceremonia, en medio de la lluvia y con fuerte viento, pero luego abrevió al máximo el resto de actos y regresó a Manila cuatro horas antes de lo previsto.
Todo se hubiera limitado a una pura anécdota meteorológica, a una trivial incomodidad, pero la jornada se tiñó en tragedia por la muerte de una joven voluntaria católica de 27 años. Una fortísima ráfaga de viento hizo caer una estructura metálica que sostenía uno de los altavoces. La voluntaria fue golpeada de lleno en la cabeza. La trasladaron de inmediato a un hospital pero ingresó ya cadáver porque había perdido mucha sangre. El accidente se produjo cuando ya había terminado la ceremonia. Tanto el Vaticano como la jerarquía filipina expresaron sus condolencias. El Papa podría realizar hoy un gesto de recuerdo a la víctima.
La decisión de adelantar el retorno a Manila se tomó por indicación de los pilotos del avión papal. La tormenta Mekkhala amenazaba con intensificarse a medida que avanzaba el día. No había garantías de poder despegar de Tacloban y se ponía en peligro el programa de hoy en la capital, con la misa multitudinaria en el céntrico Rizal Park. Una avioneta del Gobierno filipino tuvo un incidente en el despegue, sin que hubiera heridos.
Durante la misa, Francisco, como el resto de oficiantes y los fieles, enfundó un llamativo chubasquero amarillo encima de su hábito papal. Luego confesó que nunca en su vida había celebrado la eucaristía de ese modo.
Las circunstancias y la emoción hicieron que el Pontífice se saltara la homilía que llevaba escrita y hablara improvisadamente, en español, que luego sería traducido. “Quiero decirles algo cercano a mi corazón –dijo a la multitud–. Cuando vi, desde Roma, esa catástrofe, sentí que debía venir aquí”. “Estoy aquí con ustedes –agregó–. Un poco tarde, debo decir, pero estoy aquí”.
Como ya es norma ante discursos papales luego no leídos por la razón que sea, el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, quiso dejar muy claro que su contenido puede considerarse un texto del Pontífice. Lombardi insistió en un pasaje en el que el Papa solicitaba a toda la comunidad interna- cional que no baje la guardia en las ayudas. “Es mucho lo que queda por hacer –afirmó Bergoglio–. Aunque no estén en los titulares de la prensa, las necesidades continúan”. Se calcula que el Yolanda segó la vida de más de 7.000 personas. Tacloban quedó destrozada y millones de filipinos en Leyte y otras regiones sufrieron las consecuencias del tifón.
Una de las visitas posteriores que fue acortada fue la comida con supervivientes y familiares de víctimas. El Papa, emocionado, se limitó a decirles que no tenía palabras para expresarles su pena. Prefirió estar con ellos en silencio, abrazándoles en la oración. El retorno a Manila se produjo sin incidentes. La gente que había oído la noticia de que el Papa regresaba más pronto se agolpó en la ruta prevista de la comitiva. La policía cortó el tráfico y se produjo un monumental atasco.
En Tacloban se dejó ver, en silla de ruedas, Imelda Marcos, la viuda del dictador Ferdinand Marcos. La octogenaria ex primera dama, conocida por su amor al lujo y por su descomunal colección de zapatos, se mostró muy feliz por el mensaje del Papa de ayudar a superar la pobreza. “Si todos pensaran lo mismo, entonces tendríamos seguridad de paz, de unidad y de crecimiento de nuestro país”, declaró a la prensa. Imelda creció en la zona. Por su belleza, la conocían como la rosa de Tacloban.
Imelda Marcos, la viuda del dictador, aparece en la ceremonia y habla de los pobres