La Vanguardia (1ª edición)

Los relojes blandos del año 15

- Enric Juliana

Estoy leyendo un libro bastante ameno. Il museo del mondo, de Melania G.Mazzuco, novelista italiana que ha ganado los mejores premios literarios de su país. Le gusta el arte y ha escrito la crónica de sus cincuenta cuadros preferidos. Lo sabe todo sobre sus autores y lo cuenta tocando suavemente el piano de la lengua italiana. Cuando sea mayor me gustaría estudiar Historia del Arte. Negado para la música –soy incapaz de tatarear la canción más sencilla–, me atrae la pintura. Las visitas dominicale­s al Museo del Prado son el mejor regalo que he recibido de Madrid. El cielo azul y rotundo de un mediodía soleado, Recoletos, el monumento a Pepita Jiménez, la efigie de Valle-Inclán, el café Gijón, Cibeles, Neptuno y directo a la sala de Goya, a contemplar el perro solitario y metafísico que pintó en la Quinta del Sordo.

No sé nada de pintura, pero me atrae. Mi abuelo me hablaba de un lejano antepasado, Josep Juliana Albert, hijo de Castellar del Vallès, que huyó de los telares y se hizo pintor en Roma. Retrató cardenales y guardias pontificio­s mientras Garibaldi preparaba el asalto, allá por 1860. De pequeño, en la escuela, la maestra nos pidió que dibujásemo­s un bodegón. Mientras mis compañeros de clase sombreaban peras y manzanas, dibujé una bodega. Una escena de taberna con unos piratas tremendos, alrededor de una mesa redonda. Una botella de ron y unos naipes en el centro. Acababa de leer La isla del tesoro y siempre me han gustado las redaccione­s de tema libre. La maestra rió y conservó la anécdota. Cada año, cuando encargaba el bodegón, advertía a sus nuevos alumnos que no quería ni piratas ni bandoleros.

El tema libre de hoy versa sobre la posibilida­d, o no, de explicar la coyuntura política con un cuadro. Hace un año, cuando comenzaba a ser muy patente el grave deterioro del sistema de partidos en España, pensé en un cuadro, detallista e irónico, que puede contemplar­se en el Prado. Un paisaje flamenco firmado por Pieter Brueghel, el Joven, que se titula Paisaje nevado con patinadore­s y trampa para pájaros. Fechado en 1601, es copia de un cuadro de su padre, Brueghel, el Viejo. La gente de un pequeño pueblo juega y patina sobre un río helado, cuyo surco se pierde en un horizonte lejano y brumoso. Cielo encapotado. Invierno absoluto. En primer plano, la nota irónica o moralizant­e. Al pie de unos árboles desnudos, una trampa para pájaros, entreabier­ta e inquietant­e. Una alegoría de la fragilidad de la vida humana. El suelo deslizante. La trampa al acecho. En el invierno del 14 esa era una buena imagen política: una pista helada dirigiéndo­se a un horizonte lejano y difuso. Una pista en la que no todos los patinadore­s lograrían mante- nerse en pie. Un paisaje gélido, sembrado de trampas para pájaros del más distinto pelaje. Retrato de una época. Una situación frágil, deslizante y selectiva, en la que muchos acabarían rompiéndos­e el costillar y otros quedarían atrapados. Así ha sido. Así está siendo. Basta con leer los periódicos.

Para este año 15 sugiero otra pintura, Segurament­e es más conocida que el paisaje flamenco de los dos Brueghel. Es el cuadro más famoso de la serie de relojes blandos de Salvador Dalí. Se titula La persistenc­ia de la memoria y fue pintado en 1931. Portlligat. Una escena onírica con tres relojes reblandeci­dos que marcan las seis. Uno pende de un árbol seco. Otro se escurre por el borde de una mesa. Y el tercero, en el centro, reposa sobre una extraña figura, también blanda, fragmento deformado de un rostro. Dalí dijo que se había inspirado en el queso camembert al pintar los relojes derretidos. La memoria reblandeci­da. El tiempo relativiza­do.

El cuadro no figura en el museo del mundo de Melania G. Mazzuco, pero me parece una buena imagen para el año político que ahora empieza. Ya está fijado el cronograma de las elecciones: comicios griegos con impacto europeo, dentro de una semana; municipale­s y regionales españolas a finales de mayo; legislativ­as portuguesa­s, también con impacto europeo, en junio; elecciones catalanas en septiembre, y generales españolas en noviembre, con posible prórroga a enero. Queda por ver si habrá anticipo electoral en Andalucía. Unas elecciones regionales andaluzas el 27 de septiembre, coincidien­do con la convocator­ia soberanist­a catalana, tendrían un sabor muy especial.

El calendario empieza a estar claro, pero Salvador Dalí desaconsej­a una visión sólida y lineal del tiempo. Cada escenario político ya tiene el cronómetro en marcha, pero en el cuadro actual todos los relojes son blandos y escurridiz­os. Penden, formando raros equilibrio­s, o reposan sobre superficie­s extrañas y difíciles de explicar. El tiempo político discurre sobre un fondo entre hostil e irreal, que irá cambiando constantem­ente de contexto, aunque las manecillas sigan marcando las seis. Nadie puede dar nada por seguro. Relojes blandos intentan marcar el ritmo político, en Europa y en las Españas.

Ustedes perdonarán. De niño me pidieron que dibujase un bodegón, imaginé una bodega con piratas, y la maestra, en vez de reprenderm­e, sonrió.

El calendario electoral queda fijado –mayo, septiembre, noviembre...–, sin tiempo político lineal

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ARCHIVO La persistenc­ia de la memoria, el más famoso de los cuadros de Dalí con relojes blandos
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