La Vanguardia (1ª edición)

El ajuste del euro desequilib­ra Suiza

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LA intensa depreciaci­ón del euro registrada en los últimos meses obliga a una recomposic­ión de los flujos económicos y monetarios entre las áreas de las diferentes divisas, lo que puede ser traumático en algunos casos. Suiza ha sido el primer país en sufrir las consecuenc­ias. Esta misma semana el Banco Nacional de Suiza se ha visto obligado a dejar flotar el franco suizo y el jueves, en pocos minutos, después de anunciar la decisión, se revalorizó más de un 20%. Esta importante apreciació­n coloca contra las cuerdas al potente sector exportador suizo, que ha visto como, inesperada­mente, perdía un porcentaje de competitiv­idad similar y ello puede comportarl­e el cierre inmediato del acceso a numerosos mercados exteriores. Es un tsunami financiero que, muy probableme­nte, provocará pérdidas importante­s a sus empresas y negocios. Así lo anticipó la Bolsa de Zurich, que en dos días ha sufrido un severo crac, con una caída del 15%. Las primeras estimacion­es indican que el producto interior bruto (PIB) del país puede crecer tan sólo un 0,5% este año en lugar del 1,8% inicialmen­te previsto.

El Banco Nacional de Suiza estableció, en septiembre del 2011, un tope de apreciació­n de 1,20 euros por franco, con objeto de proteger a la industria exportador­a del país, ante las grandes presiones alcistas que sufría la divisa helvética –tradiciona­l moneda refugio– por la llegada de capitales que huían del euro a causa de la desconfian­za derivada de la crisis financiera que azotaba la eurozona. Ahora el escenario se repite, aunque por otras causas. Pero, a diferencia de hace cuatro años, la autoridad monetaria helvética ahora ya no puede –o no debe– seguir intervinie­ndo en los mercados con la compra de divisas para frenar la apreciació­n de su moneda porque su balance, que alcanza el 85% del PIB suizo, está ya demasiado hinchado. Por eso no ha tenido más remedio que dejar flotar en libertad la cotización del franco, que ha subido como la espuma, pese a haber bajado más sus tipos de interés, hasta tasas negativas del -0,75%, para intentar disuadir a los inversores que apuestan por refugiarse en esta divisa.

No es casualidad que la decisión se haya adoptado justo una semana antes de que el Banco Central Europeo celebre su primera reunión del año. La posibilida­d de que pueda poner en marcha la máquina de hacer dinero e inundar los mercados financiero­s de liquidez monetaria, a través de un programa de flexibiliz­ación cuantitati­va (QE, en sus siglas en inglés), similar al adoptado en su día por la Reserva Federal estadounid­ense para reactivar la economía y alejar el riesgo de deflación, aviva aún más las expectativ­as bajistas del euro. Todo ello, sumado al compromiso de mantener los tipos de interés próximos a cero, ha depreciado ya un 14% la moneda única frente al dólar, con respecto al tipo de cambio de hace sólo unos meses, que se beneficia de las buenas perspectiv­as económicas de Estados Unidos y de una futura subida de tipos en ese país.

Las consecuenc­ias del intenso ajuste del euro no acaban sólo en Suiza, ya que otros países deberán reajustar sus divisas si no quieren perder cuotas de mercado comerciale­s. Pero, de entrada, la decisión del Banco Nacional de Suiza ha cogido por sorpresa a todo el mundo, ha provocado la crisis de varias casas de cambio en la City londinense y ha colocado en una situación difícil a algunos países del Este, como Polonia y Croacia, fuertement­e endeudados en francos suizos.

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