Conflicto en la mezquita
DURANTE los últimos meses se ha hablado mucho de la mezquita-catedral de Córdoba. Pero no, como suele hacerse, por las 1.300 columnas que sustentan cientos de arcos bicolores; ni por su condición de segundo monumento más visitado de Andalucía tras la Alhambra; ni por ser patrimonio de la humanidad desde 1984. Se ha hablado, principalmente, por la polémica derivada de la denuncia de una plataforma ciudadana sobre la inmatriculación que en el 2006 hizo el Cabildo catedralicio de este templo en el Registro de la Propiedad. Y por la progresiva retirada de menciones al componente musulmán de este edificio en su cartelería y sus publicaciones oficiales, así como en su web.
La Junta de Andalucía, a través de su presidenta y de varios consejeros, se ha pronunciado en tono crítico ante esta actitud del Cabildo, convencida de que ha emprendido la colonización de la parte musulmana del templo y de que, además, lo explota a su antojo. El defensor del Pueblo andaluz, por su parte, ha reclamado que la gestión de la mezquita se efectúe con criterios profesionales y recaiga en un conjunto de instituciones diversas, en lugar de ser exclusiva del obispado, sin cuestionar por ello su uso litúrgico.
El Cabildo ha publicado diversos comunicados, re- chazando tales acusaciones. El último, al escribir estas líneas, lleva fecha del pasado viernes y reitera el llamamiento “a la serenidad y a la cordialidad”. Pero no atiende a las peticiones de las instituciones civiles. Si no se llega al acuerdo que la Junta solicita a la Iglesia el asunto puede acabar en los tribunales.
Lo primero que puede decirse sobre este contencioso es que resulta difícil revertir usos centenarios y nociones muy extendidas. La inmensa mayoría de los ciudadanos, españoles o extranjeros, se refieren a este templo como la mezquita de Córdoba. Es lógico que así sea, porque sigue identificándose por su arquitectura omeya, sintetizada en la sala hipóstila. Y lo segundo que puede decirse es que este templo se distingue también por la sucesión de cultos que ha acogido: la actual catedral de planta cruciforme se inscribe en la mezquita construida allí a partir del siglo VIII; del mismo modo que esta se superpuso a la basílica visigoda de San Vicente y esta, a su vez, a un templo romano dedicado a Jano. Todo ello lo convierte en un monumento de gran valor y potencial ecuménicos. Particularmente, en tiempos como los actuales, cuando el mundo sufre el conflicto entre culturas, cuando el diálogo y las relaciones fluidas entre los distintos agentes implicados en él van a resultar imprescindibles.