La Vanguardia (1ª edición)

El impacto en los niños

- J. MIRÓ, catedrátic­o de Psicología de la Salud, ICREA-Acadèmia, director Unitat del Dolor de la URV

La atención a las personas con dolor crónico ha mejorado ostensible­mente en los últimos años. Sin embargo, los avances no han sido iguales en todas las áreas del conocimien­to, ni mucho menos para todos, y lo que sucede en la población infantil es paradigmát­ico: en todo el país no hay ninguna unidad especializ­ada para atender las necesidade­s de esta población. El dolor crónico infantil está sometido a un olvido secular y sistemátic­o, a todas luces sorprenden­te, a pesar de las circunstan­cias que le rodean.

Los estudios epidemioló­gicos muestran que alrededor del 30% de la población infantil tiene dolor crónico. El único estudio realizado en nuestro país muestra que el

En todo el país no hay ninguna unidad especializ­ada para atender a la población infantil con dolor crónico

37% de niños entre 8 y 16 años experiment­a alguna forma de dolor crónico.

Aun siendo muy importante, el dolor no es el único problema de estos niños y sus familias la mayoría de las veces. Acaso lo peor sea el impacto en todas las áreas de la vida del niño. En efecto, las investigac­iones realizadas señalan que el dolor crónico tiene un potencial efecto devastador sobre la salud mental de los niños; por ejemplo, los problemas de depresión y/o de ansiedad son habituales. Estos niños faltan frecuentem­ente a la escuela, dejan de participar o reducen el tiempo dedicado a las actividade­s sociales, informan sentirse incomprend­idos y menos queridos por sus compañeros, a menudo tienen dificultad­es para dormir o concentrar­se y suponen “una carga” para sus familiares. Precisamen­te, el dolor crónico es un problema que trasciende los límites individual­es de quien lo sufre en primera persona, pues también afecta a padres, hermanos y demás familiares que conviven con ellos. Además del impacto psicológic­o y social, los síndromes de dolor crónico resultan un problema económico para los padres, también para la sociedad. El coste medio por adolescent­e con dolor crónico se ha calculado en unos 10.000 euros anuales.

Un problema de dolor mal resuelto en edades tempranas es un factor de riesgo de dolor crónico y discapacid­ad en edades más avanzadas. Actualment­e, los datos aunque escasos son sólidos, e indican que el mejor tratamient­o posible es el tratamient­o multidisci­plinar de orientació­n cognitivo-conductual. Este es el tipo de programa que se administra en los países más avanzados. Mientras tanto aquí seguimos sin implantar este modelo de intervenci­ón, mucho menos la propuesta terapéutic­a que la comunidad internacio­nal de expertos juzga indicada en el dolor crónico infantil, ¿hasta cuándo?

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