La moda de Milán, entre la selva y la familia
Dos escenarios y dos formas de entender la moda; así comenzaba en Milán una nueva temporada de desfiles de ropa masculina para el otoño-invierno 2015-16. A primera hora de una gris mañana de sábado, Ermenegildo Zegna reconvertía un gran espacio perteneciente antes a la feria en una frondosa selva tropical en la que Stefano Pilati propuso sus modelos para el próximo invierno.
Poco más tarde, y en un entorno más íntimo, eran Dolce & Gabbana quienes desvelaban su colección, titulada Familia, en la que un extenso y nutrido grupo de personas –desde niños a abuelos– representativos de distintas épocas, estilos y clases sociales y en pose de retrato, acompañaban estáticos el ir y venir de los modelos.
Se consolida en Zegna la idea de hacer una marca dirigida a un hombre menos preocupado por el concepto clásico de la elegancia de lo que solía, y más joven, por lo menos en espíritu. Sean los trajes de dos piezas o los gabanes, los chaquetones cruzados y las cazadoras, todo tiene un aire informal, en el que se aprecia el deseo de renovar. Sobre todo, explican, en los materiales, con nuevos tratamientos y texturas que, eso sí, sólo se aprecian como se merecen teniéndolos en la mano.
Las mezclas de ideas, estilos y conceptos es marca de la casa de Dolce & Gabbana que, como suele suceder en las grandes fami- lias, presentaban distintas formas de vestir, de las más tradicionales a las que casi obligan a girar la cabeza. Los retratos familiares eran estampados recurrentes en camisetas de seda y sudaderas, mientras el barroquismo habitual de la pareja se manifestaba en chaquetas, abrigos y jerséis con coronas e insectos bordados en oro o en trajes de brocado. Entre los tonos más bien oscuros destacaban chaquetas y abrigos de piel de potro teñido en granate y verde.