Solidaridad en Gaza
El arzobispo Joan-Enric Vives viaja con otros prelados a Tierra Santa para rezar y apoyar una comunidad amenazada por la guerra
Dieciséis obispos de la Iglesia católica, entre los cuales estaba el arzobispo de Urgell y copríncipe de Andorra Joan-Enric Vives, viajaron esta semana a Tierra Santa para expresar su apoyo a la comunidad cristiana que vive y sufre el enfrentamiento entre israelíes y palestinos y para promover la paz y la dignidad humana en aquella tierra dividida. Los obispos conocieron de primera mano los problemas de miles de familias en Gaza que se han quedado sin techo después de la guerra que hubo entre el 7 de julio y el 27 de agosto del año pasado. Familias enteras viven desde entonces bajo los escombros, muchas sufren la falta de electricidad y de agua potable, con las principales infraestructuras destruidas o dañadas.
Los obispos sufrieron también la dureza de los controles ya que el día que querían pasar en Gaza, el domingo pasado. la policía israelí los tuvo retenidos en la frontera, en algunos casos hasta ocho horas, aunque habían informado con semanas de anticipación de su visita. Finalmente pudieron acceder, ya por la tarde, y celebrar la Eucaristía en la parroquia de la Sagrada Familia y compartir vivencias con sus responsables, como el padre Mario da Silva y las religiosas del Instituto del Verbo Encarnado, que colaboran. En el comunicado de la Coordinadora de las Conferencias episcopales en apoyo de la Iglesia en Tierra Santa se afirma que “a pesar de la devastación, las aterradoras escenas de destrucción que hemos visto y los temo- res de otra guerra que hemos podido escuchar, la esperanza está viva en Gaza. Hemos visto familias que reconstruyen sus vidas con determinación. Hemos visto una pequeña comunidad cristiana con una fe enorme. Hemos admirado el tesón de muchos voluntarios. Hemos visitado la escuela Sagrada Familia, donde musulmanes y cristianos estudian y juegan juntos en harmonía”. Desde 1998 existe esta coordinadora de obispos de Europa y América que se reúne anualmente en Tierra Santa.
Después de dormir en Gaza, los dos días siguientes los obispos se trasladaron a Hebrón y Cremisan, dos otros puntos calientes de la zona, donde pudieron seguir de cerca el problema de los asentamientos ilegales, uno de los cuales ha afectado a las monjas salesianas. Como medida de protección para los colonos judíos, el Gobierno de Israel quiere construir un muro que parte sus propiedades. La nota de los obispos es sobre este punto bien rotunda: “Seguiremos oponiéndonos al proyecto de construcción del muro en el Valle de Cremisan, ya que eso significa la pérdida de las tierras y del sostén de mu- chas familias cristianas (...) Seguiremos también oponiéndonos a la expansión del programa de los asentamientos ilegales según el derecho internacional, de la cual hemos sido testigos presenciales en Hebrón. Su impacto en la libertad de circulación de los palestinos y en la incautación de tierras es simplemente injusto”.
En Israel viven 150.000 cristianos, pero es da la circunstancia de que la mayoría son de etnia árabe y una minoría son hijos de inmigrantes, muchos procedentes de Filipinas, que han venido a trabajar. “En la zona de Gaza viven 1.800.000 personas apiladas en un territorio más pequeño que Andorra y entre ellos, 1.500 cristianos, La situación es dramática. Mucha gente no tiene casa. Pensad sólo que este invierno han muerto dos niños por hipotermia”, explica Joan-Enric Vives. Los obispos hemos ido como decimos alguna vez para ejercer la triple P, para la plegaria, para hacer peregrinaje y para presionar. Por eso la nota acaba diciendo que la paz sólo llegará cuando todas las partes respeten el hecho de que la Tierra Santa es sagrada para las tres religiones y es el hogar de los dos pueblos”. Los obispos han hecho suyas las recientes palabras del papa Francisco pidiendo que “se puedan reanudar las negociaciones entre las dos partes, para que cese la violencia y se alcance una solución que permita tanto al pueblo palestino como al israelí vivir finalmente en paz dentro de unas fronteras claramente establecidas y reconocidas internacionalmente de manera que la ‘solución de dos estados’ sea efectiva”.
En Gaza viven 1.800.000 personas –entre ellos 1.500 cristianos–, en una situación dramática