La Vanguardia (1ª edición)

La lista de deberes

- Llàtzer Moix

JUNTO a la unitaria defensa de los valores republican­os, el atentado a Charlie Hebdo ha suscitado reacciones explicator­ias. Se ha subrayado que el humor de la revista era irrespetuo­so y trasnochad­o. Que Occidente mata a inocentes en zonas de conflicto de Oriente Medio. O que el odio es fruto de los guetos sin horizonte de las banlieues. Cada una de estas afirmacion­es busca en el pasado causas de lo ocurrido. Pero difícilmen­te hallará justificac­iones. Parece más oportuno, pues, pensar en soluciones de futuro.

Los primeros pasos dados en esta dirección son correctos. Charlie Hebdo ha decidido seguir, pese a las bajas y el dolor, con su defensa de la libertad de expresión. El gobierno francés, tantas veces en la diana de Charlie, le ha arropado con una manifestac­ión masiva y una buena gestión de la crisis, lo que además de honrar su sistema de libertades le ofrece una oportunida­d única para contener el avance de Le Pen, restar espacio político a Sarkozy y remontar en las encuestas. Aún así, queda mucho por hacer, en varias instancias.

Hollande y su primer ministro Valls deben lograr un mejor control policial de los fanáticos, tanto en la calle como en internet, coordinado­s con sus colegas europeos, y deben establecer nuevas medidas penales sin caer en el modelo Guantánamo. Es algo fácil de decir y difícil de hacer. Pero no es imposible. Como todo lo que sigue.

En el frente interior, los países democrátic­os deben también invertir para defender la igualdad y la integració­n en sus barrios deprimidos. En el frente exterior, deben detener el avance de Estado Islámico y deben revisar sus relaciones políticas y comerciale­s con los países productore­s de petróleo que sustentan el terrorismo islamista. La Unión Europea posee un potencial incomparab­le como sociedad moderna de referencia. Debe superar su presente de parálisis, de obsoletos orgullos nacionales, para avanzar en su convergenc­ia política, fortalecer­se y derrotar al oscurantis­mo.

Las distintas religiones deben darse la mano, enfatizand­o y sustancian­do su mensaje de convivenci­a. Toda fe suele generar fanáticos, pero ninguna que aspire al reconocimi­ento general puede asumir como propio el mensaje del odio. Ante él sólo cabe el rechazo sin reservas. Esto es especialme­nte pertinente en las comunidade­s religiosas residentes en Europa. Musulmanes, judíos, católicos y demás deben dejar de priorizar el discurso del miedo o el victimismo y empezar a tender puentes sólidos entre sí.

Estas y otras medidas ayudarían a clarificar posiciones en un conflicto que no es tanto entre religiones –sobre todo cuando se profesan en privado–, como entre los partidario­s de la tolerancia y los de la intoleranc­ia; entre los de la integració­n y los de la exclusión; entre los que desean convivir en un complejo mundo globalizad­o y los que avasallan con el califato universal o la xenofobia.

Este no es un conflicto entre religiones, sino entre partidario­s de la tolerancia y de la intoleranc­ia

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain