Enrique Lynch convierte su vida en un diccionario
El filósofo publica ‘Nubarrones’, miscelánea de reflexiones ordenadas alfabéticamente
Hubo una época –mejor dicho, varias– en que los dietarios de escritores, filósofos y políticos tomaban el pulso a la sociedad y se escribían de un modo en que podían ser leídos mucho tiempo después, ya desvanecidos el mundo y los personajes que los generaron. Algo de ese espíritu clásico subyace en Nubarrones (Comba), el “breviario intermitente” que ahora publica Enrique Lynch (Buenos Aires, 1948), profesor de Filosofía en la UB, y que es una miscelánea, ordenada alfabéticamente, por la que desfilan las anotaciones que ha tomado en sus libretas durante los últimos cinco años. Pueden ir desde los cómics del Príncipe Valiente hasta Nietzsche, pasando por Oscar Wilde, Woody Allen, visiones del amor, opiniones estéticas –un cuadernillo central reproduce obras de arte a color–, viajes, confesiones íntimas, diálogos, interpretaciones simbólicas, reflexiones morales y perfiles humanos, como el de su gran amigo Eugenio Trías, que “cambiaba mucho de opinión, era atrabiliario, poco racional, a diferencia mía, pero compartíamos la misma perspectiva, veíamos signos en lo que nos rodeaba. Un día, en Cracovia, me gritó, muy impresionado: ‘¡ Tú también has visto el Signo!’”.
No hay que hacer mucho caso a las entradas de este peculiar diccionario pues, por ejemplo, uno puede encontrarse una personal reivindicación del cristianismo bajo el epígrafe deseo, ya que “me muevo por las ideas como el caballo del ajedrez”. “Como Houelle- becq –cuenta–, a partir de experiencias muy dolorosas, de golpe, he tenido la noción de que por primera vez entiendo de qué va el cristianismo, independientemente de lo que digan los anticlericales o los curas. No soy religioso, pero me parece la única religión, la auténtica, no en el sentido de verdadera, sino que es aquella religión desde la que se miden o se piensan las demás. Por ejemplo, no hay religión pagana, el paganismo es una representación del mundo, simplemente. No hay religión judía, el judaísmo es una ley. El islam es otra ley que hay que seguir bajo obediencia. El cristianismo es diferente, contiene misterios y abre un contexto para encajar en él el problema moral, que está en el centro de la condición humana. Es la única religión racional”.
También abundan las referencias a Lacan. “No le debo mucho al psicoanálisis pero me interesan las ocurrencias de Lacan, chispas de lucidez que hoy explota de forma salvaje Zizek. Freud me gusta no como psicoterapia sino por su antropología, desvela las fantasías del hombre”.