El mejor año del cine francés
Toda Europa está dominada por el cine de EE.UU. ¿Toda? No. En la antigua Galia, los habitantes apuestan por la producción nacional
Lucy, de Luc Besson se convirtió, con 53,6 millones de espectadores, en el mayor éxito del cine francés en el extranjero. Pero Unifrance sonríe dentro y fuera de Francia. Ya pintaba bien el año 2014, a finales de noviembre, con sus 186,28 millones de espectadores. Y el 2 de enero, las cifras del centro nacional de la cinematografía lo corroboraron: con 208,43 millones de billetes, el 2014 ha sido un año fasto para el cine francés. Rehabilitación del mercado tras un 2013 difícil. Y renovación del éxito del 2011, cuan- do la frecuentación –apenas superior a la del 2014: 217,2 millones– batió un récord que se mantenía desde 1967.
Si entonces la bendición fue Intocable, la culpa del brillante 2014 ha sido de otra comedia: Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? con sus casi trece millones de entradas vendidas. Es la curiosa dualidad de Francia, con su imagen de cine intelectual en el mundo, pero con las arcas nutridas por comedias dirigidas al gran público.
Por eso, si la cifra de un 7,7% más de gente en sus salas es importante, su dato fuerte es que la preferencia fue hacia la producción local, que se llevó un 44% del mercado, mientras la norteamericana retrocedía (9,9% menos que el 2013). En efecto, además de Dios mío... el podio fue ocupado por Supercondriaque, mediocre filme de Dany Boon, el de Bienvenidos al Norte, pero que vendió 5,3 millones de entradas, seguido en el mercado interior, con cien mil boletos menos por Lucy, de Besson.
A su vez, esta película del más inclasificable personaje –productor, autor, director y polemista– de la cinematografía gala batió en octubre otro récord, esta vez en el exterior: las mejores cifras mundiales de los últimos veinte años para una película francesa.
Tampoco deslució en ese sentido Dios mío..., que por ejemplo arrancó en España con 400.000 localidades en diez días, y lleva vendidas 6,4 millones en el mundo. Ni La bella y la bestia, con setecientos mil japoneses seducidos en un mes. Y más de cuatro millones en veinticuatro países.
Son cifras de Unifrance, la exportadora nacional, que contabiliza “catorce filmes franceses que convocaron más de un millón de espectadores extranjeros, frente a los diez del 2013; ciento once millones de espectadores en el mundo y 640 millones de recaudación”.
¿Segundas partes serán buenas? Con Samba, el dúo Eric Toledano y Olivier Nakache (Intoca
ble), con el actor Omar Sy en plan amuleto, reforzado por Charlotte Gainsbourg, cambió el universo del minusválido rico por el del inmigrante clandestino, pero siempre en tono de comedia. Estrenada el 15 de octubre, Samba cerró el año con más de tres millones de espectadores.
Razón de más para que la distribuidora UGC haya encargado una segunda parte de Dios mío... a sus autores, Philippe de Chau- veron y el coguionista Guy Laurent. Y los dos millones de entradas en un par de semanas de La famille Bélier (un clan de sordomudos con hija cantante que resucita el repertorio del popular Michel Sardou) amenaza con marcar los primeros meses del 2015 con otro triunfo del género.
También tuvo buen arranque Regreso a Itaca –mirada crítica del castrismo, por un grupo de viejos amigos cubanos, reunidos en un terrado de La Habana–, que devolvió a las carteleras al director Laurent Cantet. Un dato para garantizar el futuro del cine francés, y del europeo en general: el festival Premiers Plans, de Angers, celebra su 27ª edición del 16 al 25 de enero, con jurado presidido por Cantet. Como sus colegas Arnaud Desplechin o Mathieu Amalric, Cantet fue lanzado por ese festival, especializado en descubrir nuevos talentos.
Pero, si se trata de preferencia local, las cifras más espectaculares no son europeas: pertenecen a la segunda potencia planetaria (detrás de los Estados Unidos), China, cuyas recaudaciones aumentaron un 36% el 2014. En total, 3.940 millones de euros en 23.600 salas. Con un 54,5 % imputable al cine nacional.
Luc Besson arrasó en el extranjero con ‘Lucy’, rodada en inglés, y ‘Dios mío...’ reanima la comedia