Las verdades de Luis Enrique
En cuanto perdamos o empatemos volverá a haber fiesta”, razonó ayer Luis Enrique. ¿A qué tipo de fiesta se refiere el entrenador del Barcelona? ¿Quién se puede alegrar con un empate o una derrota del Barça? ¿O lo contrario, qué culé no puede sonreír sino mostrar una cara de palo ante un triunfo del equipo? ¿Rivales directos: el Madrid o el Atlético? El mensaje no va dirigido en ningún momento a la afición del Camp Nou, ni tampoco a la oposición de la actual junta. El Estadi gozó como hacía tiempo no lo hacía el domingo pasado con el contundente triunfo sobre el Atlético de Madrid, y se entusiasmó el doble al ver a sus tres jugadores insignia (Messi, Neymar y Suárez) celebrar abrazados el 3-1. La sonrisa era de oreja a oreja en las caras de los tres tenores, y en los rostros de los aficionados. Tampoco creo que Joan Laporta o Agustí Benedito, los socios más activos que pueden optar a la presidencia del club, organicen un festejo con un empate o una derrota del Barça. Ellos son culés, y aunque unos resultados malos del equipo puedan beneficiar su acceso a la presidencia o precipitar la caída de la actual junta, para un buen barcelonista por encima de cualquier cosa está la satisfacción de ver a su equipo luchando por los títulos.
El mensaje de Luis Enrique tiene unos receptores claros, que no son otros que los medios de comunicación. El entrenador no nos traga y sabe perfectamente que en la prensa y entre los periodistas hay muchos intereses e interesados. Y para él la “fiesta” la monta la prensa. Y aquí dice una verdad como un templo. Nosotros no podemos o no sabemos vivir con un Barça sin problemas, como el Barça no sabe vivir sin generar algo de carne para su entorno. Hay quien sostiene
¿A quién se refiere Lucho cuando dice que en cuanto el equipo empate o pierda habrá una fiesta?
que eso es el ADN del catalán, que siempre vive en contradicción. Pero eso no me lo creo. En cambio sí creo en el mal periodismo, como también existen los malos médicos, arquitectos o conductores de coches. Creo que aquí hay gente que ha dicho de todo en contra de Zubizarreta y en el momento que lo han destituido critican a la directiva porque lo ha ejecutado. Hay gente que está en contra de la decisión del presidente del club de no asistir a la gala de la FIFA como protesta por la sanción más dura y exagerada que ha aplicado el organismo contra una entidad ejemplar como la barcelonista, pero si hubiera ido probablemente también se le hubiera criticado. Hay gente que pedía mano dura para el vestuario después de la etapa de Martino, pero en el momento que Luis Enrique la aplica pide que la suavice. En estos ejemplos y en otros que ha vivido en su etapa de jugador y en el corto tiempo que lleva como entrenador se basa Luis Enrique para decir que en cuanto el equipo pierda o empate algunos armarán una fiesta, y la harán sin aplicar ningún rigor. Y también es verdad que hay gente que está esperando que este equipo pierda o empate, o que todo le vaya mal, y que pasa por ser barcelonista, porque es partidaria de un candidato, porque no le cae bien Luis Enrique o Bartomeu. Triste, pero es así. Esperemos que esa fiesta de la que habla Lucho no se produzca y sí, en cambio, vivamos hoy y el próximo miércoles momentos de inmensa felicidad como la del pasado domingo.