Caicedo lo volvió a solucionar
Otro remate del ecuatoriano da el triunfo a los blanquiazules en el minuto 90
El mejor jugador del Espanyol es Sergio García, pero el gol en el Power8 Stadium lleva otro nombre: el de Felipe Caicedo. Un hábil remate del ecuatoriano, que ha marcado al menos un gol (seis en total) en cada uno de los cinco últimos partidos en casa, dio en el minuto 90 una victoria ya inesperada a un equipo que después de la alegría copera del martes volvió ayer –hora tardía, noche gélida, muy poca gente una vez más– a dar la imagen más habitual en la Liga. La de las dificultades para dar el pase definitivo y, en consecuencia, para crear oportunidades de gol.
De hecho, la ocasión más clara fue del Celta. Pero Berizzo, a pesar de alinear a tres buenos delanteros, no tiene un Caicedo. Sergio González, sí. Esa es su suerte. Y eso que anoche volvió a tentarla, como en la Copa, esperando otra vez muchísimo –demasiado, hasta el minuto 77– para hacerle entrar en el terreno. Su aparición cambió notablemente el panorama, para bien del Espanyol, y si acabó de redondearlo con el remate decisivo, mucho mejor.
Poco dio de sí el primer tiempo. Tras dos disparos desviados de Cañas (5) y Sergio García (9), lo mejor estuvo en la fase central de dicho periodo, en la que el Espanyol apretaba y llegaba con cierta asiduidad al área visitante, aunque sin rematar con peligro. Lo más cerca que estuvo del gol fue cuando (19) Cabral impidió, desviando la pelota a córner, que Sergio rematara con todas las ventajas un precioso centro raso de Abraham. El mejor pase que se le ha visto dar a este en dos años de blanquiazul.
Abraham era una de las novedades en la alineación con respecto a la que viene siendo habitual. Tal vez porque estuvo bien en la Copa, aunque si fuera por eso no se entiende que Caicedo, el héroe de la clasificación, se quedara en el banquillo. Más lógico es lo de Colotto, porque hay que poner en el escaparate a Moreno –titular por primera vez en la Liga– con vistas a un pronto traspaso.
Lamentablemente, aquellos buenos minutos del Espanyol no tuvieron continuidad y el Celta volvió a tener más el balón, siempre con Krohn-Delhi al mando de las operaciones, retrasándose muchísimo, a pocos metros de sus centrales, para ser protagonista. Acabó desfondado.
Menos mal que los puntas visitantes, sobre todo Larrivey, mostraban una irrefrenable tendencia a situarse en fuera de juego, como el que le pitaron a aquel antes de que Orellana (43) acabara mandando la pelota a la red.
Había que esperar que después del descanso ocurrieran más cosas. Y así fue, pero la primera estuvo a punto de ser mortal para el Espanyol, porque un disparo desde cerca de Larrivey (51) lo rechazó apuradamente Casilla y entre Moreno y Fuentes consiguieron despejar la pelota antes de que Orellana remachara en el área pequeña.
Después de sufrir durante muchos minutos el dominio de un rival que no perdía la pelota, el Espanyol acabó sacando la mayor de sus virtudes –el entusiasmo, la fe en sí mismo– para revertir la situación y volver a achuchar a un Celta que tuvo que cometer muchas faltas, aunque lejos del área y lanzadas sin ningún aprovechamiento.
LA MEJOR VIRTUD Pese a sus dificultades para crear oportunidades claras, el Espanyol creyó siempre en sí mismo
Con la aparición de Caicedo empezaron a suceder más cosas. Normal, porque es un gran futbolista. La primera pelota que tocó (79), en una pared con Sergio García, acabó con un remate de este que sacaron entre el portero y el larguero. Y enseguida (83) otra jugada con los mismos protagonistas y remate flojo del ecuatoriano. Simplemente, el cazador estaba esperando su oportunidad.