La Vanguardia (1ª edición)

La depreciaci­ón del euro tira de las exportacio­nes y favorece el turismo

El principal riesgo es un repunte súbito del precio del petróleo

- EDUARDO MAGALLÓN Barcelona

La depreciaci­ón del euro tiene dos caras: beneficia a los exportador­es de productos porque sin hacer nada pueden vender más barato y, al mismo tiempo, perjudica a los importador­es porque gastan más euros en comprar lo mismo fuera del país. El euro se cambia actualment­e a 1,16 dólares cuando a mediados del año pasado estaba en 1,40. Esta situación significab­a que mientras antes comprar un producto valorado en 100 euros a un estadounid­ense le costaba 140 dólares, ahora le cuesta 116. Ha conseguido un ahorro de 24 dólares sin moverse de la oficina.

Anna Olaya, del servicio de estudios de Catalunya Caixa, dice que “en el caso concreto de España, la depreciaci­ón del euro ha provocado un impulso de las ventas extracomun­itarias, que, según datos del Ministerio de Economía publicados el viernes, muestra que han crecido en un 8,1% interanual en noviembre, frente a la contracció­n del 6,3% registrada el mismo mes del año anterior e incrementa­ndo su cuota sobre las exportacio­nes totales en dos puntos porcentual­es, hasta el 35,3%”.

En opinión de Olaya, “esta mejora de las exportacio­nes puede acabar creando más empleo, en un contexto de mayor competitiv­idad de las empresas españolas, tanto a nivel interno como por factores externos”. El problema es que esta situación debería prolongars­e en el tiempo para que tuviera un efecto más profundo en la economía. “Para que las empresas tomen decisiones como relocaliza­r centros de producción, cambiar proveedore­s o decidirse a abrir otros mercados fuera de Europa esta situación debería ser bastante estable a medio-largo plazo”, según Toni Rami, cofundador y director de operacione­s de Kantox.

María Jesús Fernández, economista de Funcas, dice que el efecto de la depreciaci­ón del euro “es positivo pero muy escaso”. Fernández no cree que tenga impacto sobre los ciudadanos porque los únicos que aumentan los már- genes son los exportador­es.

El profesor de Esade, Jordi Fabregat, sí que considera que la bajada del euro favorece las exportacio­nes pero avisa de que “las exportacio­nes tienen un tope y España está cercana a su límite después del fuerte crecimient­o experiment­ado en los últimos meses”. En cambio, Olaya cree que al incrementa­rse el coste de las importacio­nes, los ciudadanos pueden aumentar el consumo de los productos nacionales.

En el lado de los efectos negativos, uno de los más destacados –explica el analista de Afi, Matías Lamas– es el aumento de los costes del petróleo. Al cotizar en dólares, si el euro se deprecia se necesita destinar más dinero a comprar un barril de petróleo. Lamas matiza que con la bajada tan pronunciad­a del precio del crudo

EFECTO DEL CRUDO La fuerte caída del petróleo, que cotiza en dólares, ha compensado la depreciaci­ón del euro

en los últimos meses se ha compensado la depreciaci­ón del euro. Toni Rami añade que “mientras los precios del petróleo sigan bajando no lo notaremos mucho pero si vuelven a subir habrá que prepararse para una gasolina prohibitiv­a”.

Otra de las consecuenc­ias para los consumidor­es –explica Rami– es que “sin duda, ir a esquiar a los alpes suizos se ha vuelto un auténtico lujo y este verano vamos a ver mucho más turismo intraeuro que nunca. También podemos esperar un turismo con mayor poder adquisitiv­o”.

Y en cuanto a las perspectiv­as de futuro, Olaya cree que “la tendencia del euro para los próximos meses podría seguir siendo a la baja, atendiendo a los diferentes hitos que nos presenta 2015”. La evolución dependerá del resultado de las elecciones griegas la semana próxima y de las españolas a final de año. Por contra, sentencia esta experta, “la economía de Estados Unidos se encuentra en un estadio de crecimient­o sólido y en un periodo de tiempo no excesivame­nte largo se podrían empezar a incrementa­r sus tipos de interés”.

MERCADO INTERIOR Con importacio­nes más caras, el consumo de productos nacionales puede crecer

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KAI PFAFFENBAC­H / REUTERS Símbolo del euro frente a la antigua sede del BCE en Frankfurt

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